Ya esa película se había visto. Junior protagonizó el mismo rollo y final de siempre desde que Luis Amaranto Perea es el técnico. Vuelve y juega la decepción, de nuevo la desilusión, otra eliminación, la séptima en el ciclo del entrenador antioqueño.
Como ante Coquimbo en la Copa Sudamericana 2020, como frente al América en la semifinal de la Liga 2020 y como contra Santa Fe en la Copa Libertadores de este año, a Perea y sus pupilos les quedó faltando el centavo para el peso.
A los ‘Tiburones’, que carecieron de mayor calidad, determinación y deseos de triunfo, al igual que en los anteriores episodios, solo les alcanzó para vencer 1-0 al Libertad, con un gol de Luis ‘Cariaco’ González, y se despidieron de ‘La otra mitad de la gloria’, en la noche de este miércoles en el estadio Defensores del Chaco, de Asunción. Era la última vida del fútbol colombiano en los torneos internacionales.
El primer tiempo resultó totalmente estéril. Los rojiblancos amenazaron al minuto y medio de juego con tres remates fallidos de Hómer Martínez, Cristian Martínez Borja y Dany Rosero.
El génesis del juego prometía apocalipsis en el área local, pero solo fue una ilusión fugaz y pasajera. Los ‘Tiburones’, con la extraña y deficiente alineación que dispuso Luis Amaranto Perea, anduvieron estériles y sin sorpresa durante toda la etapa inicial.
Libertad, que se olvidó del arco de Sebastián Viera, solo llegó a través de un cabezazo de Matías Espinosa. Se atrincheró en su zona y defendió la ventaja que había logrado en Barranquilla (4-3).
Viera y los tres defensas de Junior tuvieron poco trabajo de contención y participaron más en el intrascendente toque de sus compañeros de ataque. El cuadro paraguayo atrancó con buenos candados por los costados y frustró las tibias insinuaciones de Fredy Hinestroza y las decididas intenciones de Wálmer Pacheco, quien no ecualizó sus centros.
En la zona aérea tampoco se presentaban parpadeos. No había filtraciones y Junior tampoco las propiciaba con cambio de ritmo, velocidad y habilidad. Martínez Borja caminaba sin movilidad y sin tratar de explotar siquiera su corpulencia. Salía de su hábitat natural, el área, a unas zonas en donde dejaba en evidencia su escasa técnica.
Fabián Sambueza no contaba con intérpretes idóneos para su fútbol, que tampoco era el más inspirado. Marlon Piedrahíta mostraba voluntad y deseos, pero no las características para acompañar al argentino, que en la agonía del primer tiempo salió lesionado.
La entrada de Luis ‘Cariaco’ González en lugar de Sambueza le agregó un poco de sal al insípido juego. El venezolano alcanzó a patear dos veces al arco y a romper la monotonía.
En el segundo período, cuando se esperaban sustituciones para pellizcar a los rojiblancos y mejorar su accionar, Perea apostó por los mismos once del primer acto.
Seguía la posesión del balón y los deseos de ataque, pero de opciones claras para anotar, nada.