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Pachito era una ‘joyita’. No se quedaba quieto. De poco y nada servía que lo regañaran y castigaran con la prohibición de salir de la casa. Hallaba la manera de escaparse y perderse por un largo rato de la custodia de sus padres.

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'Yo era una calilla', dice Francisco Jaramillo Camacho con total franqueza y desparpajo, sin sonrojarse. 'Me volaba y me iba para la calle. Mi mamá salía a preguntar a los vecinos: ‘¿Pacho dónde está?’. Y le decían: ‘lo vi por allá por el estadio’. Yo andaba lejísimos de la casa', agrega.

Aquel niño tremendo, que apenas tenía 10 años de edad y ya estresaba a sus progenitores, ahora es un joven de 18 calendarios, disciplinado y dedicado de lleno al ciclismo, donde es doble subcampeón mundial junior en la prueba de keirin (Tel Aviv-2022 y Cali-2023), entre otros logros.

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'Mi mamá me dice muy sinceramente: ‘yo a veces pensaba: ¿Pachito en qué irá a quedar? Pachito es muy grosero, Pachito se nos vuela'.

Pachito esto, Pachito lo otro… tantas travesuras no daban buen augurio. '‘Estuvieras por ahí en la banda de los junioristas o algo así’, me ha dicho ella', añade el pedalista.

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Suena jocoso por la manera espontánea y currambera en que Francisco cuenta la historia, pero… 'no, en serio, en serio', aclara.

'Es algo que aquí da risa, pero quizá otro niño sí esté viviendo eso ahora', dice tratando de evitar que se vuelva cómica la esencia de lo que expresa.