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Lástima. Un grupo de fanáticos de Junior, que viajó a Río de Janeiro, Brasil, para apoyar al equipo en el partido contra Botafogo, este miércoles, a partir de las 5 p.m. (hora colombiana), en la primera jornada del Grupo D de la Copa Libertadores, protagonizó unos incidentes en el barrio Copacabana, uno de los sectores más famosos y turísticos de la ciudad.

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Los hinchas, muchos de ellos bajo los evidentes efectos del alcohol, se pelearon con vendedores de la zona, en la noche de este lunes, en las afueras del Hotel Hilton Copacabana, donde se hospedan los 23 jugadores rojiblancos, el cuerpo técnico y el resto de la delegación. 

Varios de los seguidores del ‘Tiburón’, que muestran tatuajes del escudo del equipo y del logo de las barras a las que dicen pertenecer (Los Kuervos y Frente Rojiblanco de Sur), arribaron a Río después de 15 y hasta 20 días de viaje por vía terrestre, pidiendo chance en tractomulas, camiones y otros tipos de transporte no formales, según relataron ellos mismos al periodista barranquillero José Hugo Illera, quien se encuentra en territorio brasileño y realizó un ‘en vivo’ en el que se observaron varios de los aficionados. 

En los videos que circulan en redes sociales sobre los incidentes, se ve a los aparentes ‘barristas’ discutiendo y riñendo con algunos nativos.

En una de las escenas, una de las personas involucradas termina desmayada en el piso tras recibir varios golpes. Una situación realmente lamentable y reprochable que da una muy mala imagen sobre la fanaticada rojiblanca, por más de que solo sean unos pocos.

Afortunadamente no todos los junioristas que se desplazaron al país de la samba se encuentran en ese plan vergonzoso, violento y repudiable de armar barullo en tierra ajena, y muchos se han comportado a la altura, de manera decente y con respeto, sin participar en líos. 

Varios de los seguidores del club caribeño que participaron en la reyerta nocturna, estuvieron en la tarde acompañando al grupo de jugadores en una caminata por Copacabana, que sirvió para activar físicamente a los futbolistas después del largo viaje desde Colombia a Brasil. 

Durante el recorrido, los torcedores, como les dicen en territorio carioca, conversaron con los jugadores, les expresaron sus ocurrencias, se tomaron fotografías con ellos, los alentaron y hasta les bailaron champeta, en medio de una desbordada emoción, algunos con notable impulso etílico.

Los futbolistas y los periodistas presentes sobrellevaron la situación tranquilos, con tolerancia y buen humor. 

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Ya después, con el equipo concentrado en el hotel, se presentaron los incidentes.