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Seis de los trece años que tiene Jesús Alejandro los ha vivido debajo del agua. Sí, la mayor parte de su vida se la ha pasado de piscina en piscina, braceando en el agua aunque termine exhausto por las largas horas de entrenamiento y lidiando con una malformación en su pierna, que lejos de estorbarle, solo lo impulsan a hacerle quite a su 'problema'.

Quien con desparpajo puede hacer estilo libre o mariposa en los 50 metros de una piscina olímpica es Jesús Alejandro Guzmán Bolaño, un niño barranquillero apasionado por un deporte tan 'completo', como él mismo lo describe, como exigente.

Jesús Alejandro nació con una malformación congénita: acortamiento de miembro inferior derecho, ausencia de peroné de las dos últimas falanges del pie derecho o, dicho de otro modo, a Jesús su pierna y pie derecho no se le desarrollaron en su totalidad, es por esto que debe servirse de muletas para poder andar.

Sin embargo, lejos de ser un impedimento, su malformación solo se ha convertido en algo más a lo que no le presta mayor atención una vez deja sus muletas y se zambulle en el agua, olvidando así, que en tierra en ocasiones ciertas cosas se le complican, aunque ya se aprendido algún par de trucos.

Kenya Bolaño Roca, es su madre y una preocupada de su hijo, ella fue quien lo inscribió en una convocatoria de la Alcaldía Distrital de Barranquilla en la que se invitaba a ser parte de una academia que practica en el Complejo Acuático Distrital Eduardo Movilla de la ciudad. Ya antes Jesús había probado suerte en el fútbol pero 'me daba miedo que lo empujaran y lo golpearan' por eso decidió sacarlo de las canchas. Con lo que queda claro que el deporte han sido tan fiel como sus muletas.

'Yo fui allá y me empezó a interesar', así resume su primer encuentro con un deporte que hasta el día de hoy lo tiene aleteando de la emoción. 'A él le gusta. Antes se metía hasta en las poncheras de agua, tenía uno que sacarlo. Donde veía un charquito de agua quería meterse', señala entre risas su mamá describiendo la magnitud del fervor por el deporte acuático.

'La natación es un deporte que mayormente entrena la respiración, los brazos, las piernas. Te entrena más, es más competitivo', y es precisamente eso lo que lo tiene enganchado a Jesús Alejandro, tanto que una vez en la piscina resulta difícil sacarlo no importando las altas temperaturas que a diario azotan a Barranquilla.

Una pasión en pausa

En definitiva la natación hace parte de su vida y pareciera que nunca la interrumpiría, sin embargo, sus constantes dolores en la pierna y una cirugía pendiente hace más de un año han obligado a Jesús a tener que salirse del agua desde diciembre de 2022 y a descansar de manera forzada.

'A él le deben colocar un tutor en su fémur para corregir una malformación que tiene en la pierna que aparece como una fractura y al momento de mover su pierna a él eso le duele. Por eso tuvo que suspender las prácticas de natación hasta que le solucionen. Andamos en eso, no hemos perdido la esperanza de que siga en su proceso en la natación, porque eso es lo que a él le gusta', asegura Kenya con firmeza a pesar de la tortuosa espera por un sistema de salud y una EPS que no le responden.

-Mami, ya yo quiero salir de eso- le dice Jesús a su mamá a veces de forma desesperada, y es que como no estarlo si en ocasiones el dolor lo agobia y las innumerables citas, filas y tramitología por las que tienen que pasar los tienen 'aburridos' mientras que su estancia fuera de las piscinas pareciera de no acabar.

'Quiero volver a la piscina, pero por el problema de la operación no he podido hacerlo. Pero si quiero volver a la natación', afirma cuando ya completa cuatro meses sin un zambullido dentro del agua, sin sentir el abrumador calor, sin preparar sus gafas y su gorro, y de no vestir su traje de baño.

'Quisiera tener todo el dinero del mundo para poder operar a mi hijo, pero no he podido y me ha tocado tener la paciencia de tener que soportar todo esto con la EPS', dice Kenya con un dejo de tristeza mientras que esperan su próxima cita programada para el próximo 25 de mayo en la que tienen previsto se aprueben los materiales para la cirugía que tendrá lugar en Bogotá y en la que existe la posibilidad de la amputación de la pierna de Jesús.

Jesús Guzmán al igual que Kenya aguardan pacientes el regreso de nuevo a la adrenalina que le provoca a ‘Alejo’ -como lo llama su mamá- estar sumergido en las piscinas olímpicas y a Kenya estar en las graderías del Complejo Acuático expectante de cada uno de los movimientos o, mejor dicho, del aleteo incesante de sus brazos queriendo cruzar de un lado a otro como pez en el agua.

'Alejo’ no ve la hora en convertirse en un deportista de alto nivel que le traiga glorias al país, aunque condicionado por ahora por un sistema de salud sordo ante los reclamos y ciego ante la interrupción a la que han obligado a madre e hijo estar. Pero a pesar de todo está seguro que con o sin su pierna derecha nada estorbará su camino para hacer los 50 metros libres o pecho en busca de una meta por la que lleva años nadando: convertirse en un atleta paralímpico.