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Demostrando una superioridad pasmosa, con un poderío físico y un dominio del juego superior, el Bayern de Múnich se impuso este miércoles sin problemas al Inter de Milán en San Siro, en lo que fue toda una declaración de intenciones del conjunto germano en este ‘Grupo de la muerte’.

Todo un Inter-Bayern abrió la Liga de Campeones en ‘La Cattedrale’ del fútbol italiano. Un enfrentamiento que inevitablemente evocó a aquella final de 2010 en el Santiago Bernabéu, pero que una vez transcurridos los 90 minutos dejó claro que atrás quedaron esos tiempos para el Inter.

Comenzó el partido con indiscutible dominio germano. El Bayern impuso su ritmo con una presión alta al hombre y con Kimmich y Sabitzer repartiendo juego desde el centro del campo. Pese a la intensidad de los bávaros, el Inter lo intentó desde atrás y en contadas ocasiones superó las primeras líneas de presión, pero se vio obligado a pasar al plan B con Onana lanzando balones de más de 50 metros a Dzeko, que peleó con De Ligt, sin demasiado éxito.

La posesión y el peligro eran del Bayern, que desgastaron a los ‘nerazzurri’ con circulaciones rápidas de balón y con el castigo continuo de Mané, Sané y Davies atacando el espacio de una desnortada defensa interista que se debatía entre recular para poder igualar en carrera la ofensiva muniquesa o sacar la línea y tirar el fuera de juego.

El primer avisó claro llegó en el minuto 22 de la mano de Muller, con un disparo de primeras desde la frontal del área que obligó a Onana a sacar una espectacular mano para mantener el empate. La ocasión de Muller fue el pistoletazo de salida.

Poco pudo hacer el Inter ante el rodillo germano. La resistencia local en San Siro duró hasta el minuto 24, cuando Kimmich se inventó un pase perfecto en profundidad, entre Dimarco y Dumfries, que Sané controló con calidad para regatear a Onana y rematar a puerta vacía.

El tanto desató la alegría de Nagelsmann en el banquillo, pero no quitó el hambre a un Bayern que, de hecho, apretó más todavía a un Inter que por un momento se vio seriamente contra las cuerdas.

Sin embargo reaccionaron los ‘nerazzurri’ con dos llegadas consecutivas gracias a transiciones rápidas perfectamente ejecutadas, circulaciones al primer toque que no dieron tiempo a la defensa del Bayern a colocarse. Se animó San Siro. Un espejismo. Cuando el Inter creyó haberse adueñado del encuentro emergió de nuevo el Bayern.

Los germanos tomaron el mando de nuevo, domaron el partido en su favor y, como una máquina perfectamente engrasada, una vez puesta en funcionamiento no pararon las llegadas. Piloto automático. La más clara al borde del descanso, con una triple ocasión. Primero Davies, después Mauller y en tercera instancia Sabitzer no pudieron superar a Onana, que cuajó un debut muy completo, y a la maraña de piernas interistas.

Saltó el Inter mucho mejor en la segunda mitad, con dos ocasiones de Dzeko, una atajada por un Neuer que hasta ese momento no había participado en el partido, y otra que acabó estrellándose en el cuerpo de Lucas Hernández.

Pero cuando el Bayern aprietó, poco pudo hacer la zaga local. Cuando se encontraron los de arriba entre ellos, solo hubo resignación. Una doble pared dentro del área, en una baldosa, entre Sané y Coman, acabó con el internacional alemán sirviendo un pase de la muerte directo a Mané pero que D’Ambrosio intentó interceptar y acabó introduciendo en propia puerta.

Los buenos minutos del Inter tras el descanso quedaron reducidos a cenizas en una jugada que terminó por apagar a los ‘nerazzurri’, que vieron como Mané quiso unirse a la fiesta en la siguiente jugada, nada más sacar de centro del Inter, con un disparo que Onana sacó con el pie derecho.

Con el partido sentenciado el Bayern soltó el pie del acelerador y cometió un par de errores en defensa. El más claro dejó a Correa solo contra Neuer en el 82. Nada salió a los milaneses.

Demostración de fuerza, solidez, precisión y autoridad del Bayern en San Siro en un inicio inmejorable en esta Liga de Campeones que deja muy tocado por el camino a un Inter que no había terminado de lamerse las heridas del ‘Derby della Madonnina’, en el que sucumbieron por 3-2 ante el Milan.