Compartir:

Brasil sufrió este sábado hasta la prórroga para certificar su segundo oro de forma consecutiva en unos Juegos Olímpicos gracias al gol de Malcom en el m.108 frente a una España (2-1) que se mostró blanda en defensa y lo acabó pagando.

El partido empezó parejo y sin mucho ritmo, el 92 por 100 de humedad con 28 grados centígrados que se midió en Yokohama antes de empezar el partido no ayudó, pero la ‘canarinha’ fue metiéndose poco a poco en el encuentro.

El balón no miente, que decía Rasheed Wallace, exjugador de la NBA, cada vez que le pitaban una falta en contra y el rival fallaba algún tiro libre. Y eso le pasó a España este sábado. Una salida en falso de Unai Simón hizo que se llevara por delante a Matheus Cunha en una acción que, más allá del estado del delantero brasileño, no parecía llevar a más, pero si lo hizo.

Sorprendió en el videomarcador el anuncio de que se estaba revisando la acción. El colegiado australiano Chris Beath fue a verlo a la pantalla y decretó la pena máxima ante la incredulidad de los jugadores españoles. Pero Richarlison la mandó a la grada en el minuto 38. Un alivio que duró poco.

En los últimos segundos de la primera mitad, Dani Alves creyó más que Cucurella en un balón que parecía irse fuera. El del Getafe se confió esperando el bote y el histórico lateral derecho la puso en el área a ver si encontraba premio; y tanto que lo tuvo. Cunha logró bajar el balón y a pesar de estar entre tres centrales les ganó la partida. Muy blanda la defensa y 0-1 al filo del descanso.

Movió Luis de la Fuente el banquillo, pero el plan le tardó en funcionar. Es más, Brasil perdonó la sentencia en el m.52. Richarlison no tuvo su día y Unai Simón se resarció parándole un mano a mano con el pie derecho, además con la suerte de que el balón tocó en el travesaño.

Se libró España, que, si ya estuvo floja defendiendo las acometidas por banda en la primera mitad, sufrió los avisos al espacio con la velocidad de la ‘canarinha’ cuando no le quedaba más remedio que ir al ataque.

La suerte le sonrió y a la hora de partido no perdonó. Carlos Soler, que entró al descanso por Mikel Merino, le puso un centro medido, recordando sus años como extremo con el propio Luis como seleccionador y con Marcelino siento técnico del Valencia, a Oyarzabal en el segundo palo para que la reventase de volea al borde del área pequeña. 1-1 en el m.60 y volver a empezar.

El partido retornó a la calma tensa de la primera media hora. Con España dominando más el balón y con Brasil generando peligro siempre que corría con el balón. Y subió la dureza del mismo. Muchos recados a destiempo en ambos conjuntos, tratando de desestabilizar en ese arte mientras no se conseguía llegando al área rival.

España rozó la remontada, pero el travesaño la negó en dos ocasiones. Primero en un centro que se fue cerrando de Óscar Gil en el m.85 y tres minutos más tarde en un disparo de Bryan Gil. Tercera prórroga seguida para Luis de la Fuente y segunda para Brasil, que estuvieron más frescos.

Volvió a sobrevivir España en los primeros 15 minutos, con Unai Simón sacando un balón que ya esperaba solo Richarlison en el área pequeña en el m.101. Pero la ‘canarinha’ siguió insistiendo y encontró su premio. Córner mal sacado, tónica habitual en este torneo, y Malcom, fresco tras entrar en la prórroga, se impuso fácil al espacio a un Jesús Vallejo que le falta velocidad para ser uno de los que cierran.

Segundo error claro atrás, algo poco habitual en los equipos dirigidos por Luis de la Fuente, y dos goles. Ahí residió la diferencia entre la plata, la tercera para España tras Amberes 1920 y Sídney 2000, y el segundo oro de Brasil, después del logrado hace cinco años en Río 2016.