Castigado por su irregularidad ante los rivales, en teoría, más modestos del grupo, el Real Madrid encara un partido catalogado por todos como 'final', dependiendo de sí mismo ante el Borussia Mönchengladbach en una cita que le puede permitir pasar a octavos de final como primero, caer al desprestigio de la Liga Europa o la deshonra de la primera eliminación en la fase de grupos de la Liga de Campeones.
Es el único grupo en el que a falta de una jornada ninguno de sus integrantes está clasificado y todos tienen opciones de pasar de ronda. Entre ellos el Real Madrid más irregular e impredecible. Capaz de caer con estrépito en sus dos duelos ante el Shakhtar y ganar ambos al Inter de Milán. Acostumbrados a partidos que deciden títulos, especialistas en caminar sobre el alambre, las citas grandes son las que motivan a los hombres de Zinedine Zidane.
Demostraron en el momento más bajo del técnico francés, con su futuro en juego en caso de descalabro histórico, que están a muerte con Zidane. El técnico que hizo historia con tres Ligas de Campeones consecutivas vive de un presente repleto de altibajos. Superó el primer examen de una semana de finales, ante el Sevilla, y encara el duelo decisivo ante el Gladbach con el derbi madrileño en el horizonte. El curso en Liga de Campeones y LaLiga en juego.
Alejado del poder que reivindicó al Real Madrid como rey de Europa, con cuatro conquistas de 'Champions' en cinco años, los últimos pases madridistas en la competición han rebajado el prestigio. Sin superar octavos de final las dos últimas ediciones, acusando cada ausencia de su capitán Sergio Ramos, que regresa a tiempo para la gran cita, y una mala racha de cuatro derrotas y un empate en sus siete últimos compromisos europeos.
Esos dos triunfos ante el Inter y el empate postrero en Alemania, le permiten jugarse todo a una carta y, pese a las lesiones, el mensaje que sale desde dentro es positivo. Disputarán el duelo como una 'final', palabra que se repite desde Casemiro a Zidane pasando por los directivos cuando toman la palabra. En la fase de grupos, sí, pero una final porque está todo en juego en 90 minutos. El objetivo acabar líder de grupo y evitar los 'cocos' de octavos que provocaron las últimas eliminaciones.
A la batalla llegan Ramos y Dani Carvajal. Zidane puede contar con toda su zaga, pero pierde a jugadores de área. Solo dispone de Karim Benzema, obligado a reencontrarse con el gol en su competición fetiche para curar la falta de pegada. En el camino se quedan por lesión Mariano Díaz y Luka Jovic que se suman a las importantes bajas de Fede Valverde, Eden Hazard y Martin Odegaard.
Las dudas por despejar en el once madridista radican en la decisión del técnico francés en el lateral derecho, en función de las sensaciones de Carvajal, y el tridente ofensivo. El buen nivel de Vinicius en Sevilla aumentan sus opciones y todo apunta a que Marco Asensio será el elegido por delante de Rodrygo.
El Borussia Mönchengladbach llega a Madrid con la posibilidad de clasificarse por primera vez en su historia a los octavos de final de la Liga de Campeones, reeditando su pasado glorioso en los años 70 en la vieja Copa de Europa y la desaparecida Copa de la UEFA.
Al Gladbach le basta un empate, un resultado que ha tenido con una frecuencia mayor de lo que hubiera querido a lo largo de esta temporada en la Bundesliga -la última vez el sábado ante el Friburgo- pero con el que este miércoles todos en el equipo alemán saldrían satisfechos.
No haber podido ganarle al Friburgo el sábado es algo a lo que el entrenador Marco Rose ha intentado quitarle peso de cara al duelo europeo. 'Jugaremos contra el Real Madrid con otra alineación. No analizamos el partido contra el Friburgo, estamos preparándonos para el partido contra el Madrid', aseguró.
Rose podrá recuperar al central Nico Elvedi, que fue baja el sábado. Su regreso es obligado tras perder a su sustituto natural, Tonny Jantscke, por una lesión muscular. El Gladbach está en situación curiosa. Cuando se conocieron los grupos seguramente todos los responsables hubieran firmado si les hubiesen ofrecido la posibilidad de tener en la última jornada la clasificación en sus propias manos.
Ahora, sin embargo, tienen un sabor agridulce por no haberla asegurado antes, lamentan los puntos perdidos en los empates en casa ante el Real Madrid y a domicilio frente al Inter, cuando el Gladbach había estado en ventaja, y en la apretada derrotada en casa ante el Inter la semana pasada. Un punto más hubiera bastado y lo tuvieron en sus manos.