El entrenador uruguayo Óscar Tabárez alcanzará un hito cuando su selección enfrente este martes en Lima a Perú: serán 200 partidos al mando de la Celeste.
La estadística proporcionada por la federación local a la AFP no incluye juegos en los que Tabárez estuvo ausente del banco celeste por razones médicas y una suspensión. Hoy con 72 años, el DT posee el récord absoluto de partidos al frente de una misma selección desde 2016.
Su contrato fue renovado en 2018 por cuatro años, por lo que conducirá a Uruguay en el proceso eliminatorio de cara al Mundial Catar-2022 tras haber llevado a la selección celeste bicampeona del mundo (1930 y 1950) a cuatro mundiales, el primero Italia-1990 durante su etapa inicial como entrenador del combinado nacional.
El amistoso de este martes en Lima contra Perú, al que Uruguay derrotó 1-0 el viernes en Montevideo en una nueva fecha Fifa, será para Tabárez un juego más de preparación para el que es su confeso objetivo central: la clasificatoria mundialista.
Este maestro de escuela que viró a técnico de fútbol tiene como frase de cabecera 'el camino es la recompensa', y la aplica cada vez que le preguntan sobre la dificultad de un partido o de un desafío deportivo mayor como un campeonato del mundo.
Para él, la experiencia es la base sobre la que se construye el éxito.
Así, cuando Francia, a la postre campeona mundial en Rusia-2018, eliminó a Uruguay en los cuartos de final, una de sus reflexiones basada en esta filosofía dio la vuelta al mundo.
La derrota 'no significa que se haya fallado en el proceso de 12 años de devolver a Uruguay a la élite del fútbol mundial (...) Hoy se terminó un sueño, pero vendrán otros y hay que tratar de prepararlos', declaró en aquel momento.
Aunque para los uruguayos es escena corriente, fuera de fronteras llama la atención su esfuerzo para movilizarse en las canchas debido a una neuropatía crónica que en algunas ocasiones le exige el uso de bastones y en otras de un carrito motorizado.
Pero sigue firme desde el banco uruguayo.
Con su estilo austero, el DT consagró valores de superación colectiva que para muchos en Uruguay resultan inspiradores más allá del ámbito del fútbol.
Parco en sus respuestas, mesurado en sus festejos, estricto en sus programas, el ‘maestro’ se ha convertido en un referente que pregona usos, patrones de conducta y hasta promueve modelos de comportamiento.