Jorge Andrés Acosta Pinzón divide su vida entre el arbitraje y la Policía. Desde los 14 años recuerda estar impartiendo justicia dentro de un terreno de juego. Fue en un partido de mujeres, en el barrio Siape, donde hizo sonar el silbato. Nervioso por las miradas y comentarios que recibía al ser tan solo un niño, Jorge sacó adelante el juego y terminó con buena calificación.
'Era un clásico entre mujeres ya grandes y veteranas. Recuerdo que mi hermano me acompañó porque era mi debut y estaba muy nervioso. Yo pertenecía al Colegio de Árbitros de la Ciudadela 20 de Julio. Cuando me vieron, yo escuchaba que decían: ‘Es un niño, cómo va a pitar’. Gracias a Dios ese día me fue bien. Pité con categoría y seguridad', rememora el hoy Intendente de 32 años, 14 de ellos dentro de la Policía Nacional.
Entró en el mundo de ‘los hombres de negro’ porque sus deseos de superarse estaban en el césped. No era tan dúctil con la pelota en sus pies y por eso decide enfocarse en impartir justicia.
'Ha sido una pasión que se ha venido desarrollando con lo que es el servicio de policía. Trato de dividir el tiempo y mi prioridad es mi faceta como servidor público. Primero la comunidad, la ciudadanía y luego el arbitraje. No era bueno para el fútbol, pero quería de una u otra forma estar inmerso en ese deporte y el arbitraje lo vi como una buena opción. Pito cada 15 días', agrega Jorge, quien también estudia derecho en la Universidad Rafael Nuñez y cursa sexto semestre.
Es presidente de la Asociación Atlanticense de Árbitros de Fútbol (Arbiatlántico) y sigue mucho el Fútbol Profesional Colombiano. Wilmar Roldán y el atlanticense Bismark Santiago son sus referentes a la hora de vestirse de cortos.
'Admiro la forma de pitar de Roldán y la de Bismark y más porque es de aquí, un atlanticense que nos representa bien'.
A la pregunta si es ‘tarjetero’ o no, Jorge, padre de una niña de ocho años llamada Gabriela Acosta Padilla, dice que prefiere ser un conciliador antes de tomar decisiones a la ligera.
'Me considero un árbitro justo, creo y considero que la tarjeta hay que mostrarla cuando lo amerita, pero primero acudo al diálogo', concluye.