El joven portento noruego Magnus Carlsen, a menudo presentado como uno de los mejores ajedrecistas de la historia, se alzó ayer en Londres con su cuarto título mundial consecutivo al término de un desempate contra el estadounidense Fabiano Caruana.
El noruego, de 27 años, necesitó tres partidas semirrápidas para ganar el torneo después de que ambos contrincantes acabasen en tablas las 12 partidas regulares jugadas en la capital británica desde el 9 de noviembre.
Nunca hasta ese momento se habían registrado 12 tablas en la historia de esta competición.
El noruego dominó a su rival ganado fácilmente los tres primeros enfrentamientos de este tie-break, en que cada jugador contaba con un tiempo limitado de 25 minutos -más 10 segundos adicionales por movimiento-, por lo que no fue necesario disputar una cuarta.
'Fue un enfrentamiento duro', afirmó Carlsen en declaraciones a la televisión noruega NRK. 'Hasta hoy (ayer), no tenía la sensación de estar muy cerca de ganarlo. No es como si estuviera pensando ‘hoy (ayer), es el día’. Fue difícil. Mucha tensión de principio a fin', admitió.
El ajedrecista escandinavo, a veces apodado el ‘Thor del ajedrez’ debido a su origen nórdico y su complexión atlética, es un gran especialista de las partidas semirrápidas, como ya había demostrado en el campeonato del mundo celebrado en 2016 en Nueva York donde se impuso al ruso Serguéi Kariakin.
Y reconoció que la idea de optar por las tablas durante las partidas regulares para ir hasta el tie-break le 'surgió al principio del campeonato'.
'Es un escenario con el que siempre me he sentido cómodo', afirmó, al tiempo que admitía que 'Caruana es claramente el oponente más duro contra el que he jugado'.
Esta nueva victoria permite a Magnus Carlsen inscribir un poco más su nombre en los anales del ajedrez, después de sus tres primeros títulos mundiales, obtenidos en 2013, 2014 y 2016.
Sin embargo, representa una gran decepción para Caruana, de 26 años, que encarnaba la esperanza de los estadounidenses de ganar su primer título mundial desde que el legendario Bobby Fischer derrotase al ruso Boris Spassky en 1972 en la 'partida del siglo', poniendo fin a 24 años de hegemonía soviética en plena Guerra Fría.