Solo la genética podría explicar cómo a Cecilia del Carmen Martínez, o como es conocida hoy, a sus 36 años (28 de septiembre de 1981), en el mundo del boxeo, Cecilia Braekhus (32-0, 9 Ko’s), pudiera convertirse en la mejor boxeadora del mundo en un país donde, desde 1981 hasta 2016, estuvo prohibido el boxeo.
Desde que se fue de Cartagena —a los 3 años, cuando una familia noruega la pidió en adopción ante el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), luego que su mamá y una tía no pudieran sostenerla— dejó su pasado y comenzó una nueva vida, pero en su sangre llevaba una ‘huella digital’ que nunca se diluyó y la cual la llevó a la cumbre mundial del deporte.
Cecilia está redescubriendo América. No solo porque nació en este continente sino porque el sábado combatirá, ahora como campeona, por primera vez en los EE.UU. Ya lo había hecho en Florida, en 2009, pero cuando aún no había plantado bandera sobre las cinco coronas que hoy ostenta.
Nacida en una tierra de boxeo y de reinas, Braekhus también arrastraría con otra herencia ancestral: es la reina del boxeo mundial femenino. La apodan ‘The First Lady’.
Este sábado cuando sea coestelar de una de las grandes estrellas del boxeo masculino, el campeón kazajo Gennady Gennadievich Golovkin (Triple G, como lo apodan), Braekhus iniciará la conquista de la tierra que catapulta a los pugilistas y lo hará por la puerta grande, haciendo su defensa número 22, exponiendo su invicto en 32 combates ante una excampeona del peso mediano y siendo, junto a su rival, la estadounidense Kali Reis (13-6, 4 Ko’s), la primera mujer a quien la cadena HBO pondrá en la pantalla chica de costa a costa, en un combate de boxeo.
Se escapaba para entrenar. En un inglés fluido, Braekhus, durante esta semana, les ha explicado a los reporteros que cubren la cartelera del próximo 5 de mayo en el StubHub Center de Carson (California), que las cosas han cambiado para el boxeo femenino.
'Cuando comencé, a los 13 años, mis padres estaban un poco temerosos de este camino que quería tomar, de hecho pasé un año entrenando sin que ellos supieran, pero las cosas hoy han cambiado mucho. No era normal que las jovencitas practicaran artes marciales y menos boxeo. Había una gran diferencia entre hombres y mujeres en ese tiempo, pero ya no hay tanto escepticismo hacia el boxeo femenino, las cosas han progresado. Quizá las puertas pudieron abrirse un poco más rápido para nosotras, pero está pasando, es decir, hay buenas oportunidades y buenos escenarios para que el boxeo femenino se muestre', dijo Braekhus a Los Ángeles Hoy, en entrevista publicada en su red social Instagram (hoydeportesla).
Dejó su patria adoptiva para irse a practicar a Alemania, donde en el año 2009 combatiría contra la danesa Vinni Skovgaard para adueñarse de los títulos vacantes de la Asociación y del Consejo Mundial de Boxeo hasta la fecha.
Desde entonces hizo 17 defensas de estas y las otras coronas que fue ganando en el camino (FIB, OMB e IBO) entre Dinamarca (12 peleas), Finlandia y Alemania hasta que el Gobierno noruego levantó la prohibición del boxeo, que se mantenía en firme desde 1981 con la llamada ‘ley knockout’, porque según esta 'causaba intereses económicos nocivos y efectos médicos secundarios'. En 2001 se reafirmó al no permitirse en territorio noruego ningún deporte que conllevara dejar inconsciente al rival.
Levantada la ley en 2016, Cecilia Braekhus se estrenó en ‘The Spectrum’ de Oslo, la capital, donde 10 mil asistentes vibraron con su victoria, en apenas dos asaltos, sobre la francesa Anne Sophie Mattis, reteniendo sus cinco diademas universales y de paso acabar con la prohibición del boxeo de 35 años en territorio noruego.
Desde entonces solo combatió en Europa y en especial en Noruega, donde incluso llevó una de sus carteleras a la ciudad donde creció, Bergen, la segunda ciudad de ese país, en 2017, cuando se impuso por puntos a la argentina Erica ‘Pantera’ Farías.
Ahora está debutando en el gran mercado americano a sus 36 años. Pareciera que ya entrada en la recta final de su carrera deportiva, pero según sus propias palabras le falta mucho y sigue llevando en su corazón ese fuego que la persiguió desde que salió de Cartagena y que no se congeló pese a vivir muy cerca del Polo Norte.