Hace dos años sus pisadas no conocen otro sitio que no sea el del primer lugar. No existe aún, en Colombia, alguien que destrone a Carlos Cahuana en la lucha libre masculina en la categoría de los 42 kilogramos. Es tímido y cuando se le pregunta si es verdad que no tiene rivales, él joven barranquillero, de 16 calendarios, prefiere eludir el tema con una sonrisa.
El pasado fin de semana, en Santa Marta, obtuvo la presea de oro y se echó al bolsillo los tiquetes para representar a Colombia en el Panamericano y el Suramericano de esta disciplina que se realizará en Buenos Aires, Argentina, en el mes de junio. 'Es medalla segura a cada certamen que asiste en el país', pronuncia con ahínco Ernesto Berrío, presidente de la Liga de Lucha del Atlántico.
Es el menor de seis hermanos. Vive con su madre, Dennys Barrios, en una casa de arriendo en el barrio Ciudadela 20 de Julio. Con los $500 mil pesos que recibe del programa ‘Deportista apoyado’ de Indeportes aliviana la carga de su madre a la hora de pagar el alquiler que está en $350 mil pesos. Tiempo atrás Dennys vendió rifas, calderos y hasta cucharas para que su hijo nunca faltara a la cita en el tapiz.
'Mi madre lo es todo. Ella hizo hasta de papá en mi vida y me ha demostrado que la vida es algo hermoso, que hay que aprovechar cada segundo de ella. Debemos hacer lo que nos gusta y con el mejor aprecio. Lucho por ella, siempre y donde sea', expresa Carlos, estudiante de décimo grado del Instituto Distrital Ciudadela 20 de Julio.
En el 2013, siendo aún un mediocampista veloz y amante del fútbol, unos amigos lo tentaron a practicar la lucha. En un principio declinó y exclamó que ese 'deporte era para locos'. Luego, ante la insistencia de sus amistades, se enfrentó al reto.
'A mí en la vida me gustan los retos. Por eso acepté ir a entrenar. Recuerdo que yo jugaba fútbol y era volante por derecha, pero nunca jugué un torneo Asefal o algo importante. Solo torneos de barrio. Pedí permiso en la escuela y fui a entrenar lucha olímpica. El primer día llegué a la casa todo estropeado y dije que no quería saber nada. Luego, fui nuevamente, entrené y de nuevo llegué estropeado. El tercer día me fue gustando y ahí dejé el fútbol'.