Compartir:

El Real Madrid mantiene el liderato de LaLiga Santander tras jugar con fuego con la ley del mínimo esfuerzo ante un Alavés que siempre mantuvo la cara al duelo y rozó el premio del empate en la segunda parte, antes de ser sentenciado por la pegada madridista con Benzema e Isco saliendo al rescate (3-0).

Superó el Real Madrid el primer obstáculo de un abril infernal con un partido repleto de incertidumbre que solucionó con su pegada. Pasó de transmitir tranquilidad y encarar con confianza las dificultades iniciales, a estar en vilo ante un aguerrido Alavés.

Añorando a su ancla, Marcos Llorente, víctima de la 'cláusula del miedo' a meses de regresar al Real Madrid tras demostrar su valía, el Alavés comenzó con marcajes estrechos, mostrando que es un equipo bien trabajando y sufriendo tan solo en la zona defensiva cuando aparecía Benzema.

Las rotaciones de Zinedine Zidane cambiaban la cara a su equipo con regresos que duraron un suspiro. Varane se lesionaba nada más arrancar el choque y con Sergio Ramos de descanso en la grada, solo quedaba un movimiento. Entró Carvajal en la derecha, Danilo pasó a la izquierda y Nacho al centro con Pepe. La exigencia no parecía que fuese alta en el primer acto. Kiko Casilla apenas tuvo que responder a un disparo lejano.

Eran minutos sin remates a puerta madridistas, pero dejaban la sensación de que en cualquier momento llegaría el gol. Comenzó decidiendo mal Benzema. Regateó antes de asistir en una clara acción, un mal control arruinó un segundo intento claro y chutó arriba el tercero. Le faltaba acierto pero le sobraba actitud. Lo que tanto le pide su afición.

Así, entre errores impropios de un Modric desconocido en los últimos partidos y detalles técnicos de altísimo nivel de Isco, que tuvo una pisada de balón con posterior búsqueda de escuadra, o otro gesto de calidad de Cristiano, saltando con el balón pegado al pie para chutar sin espacio a Pacheco, la tarde del líder cogía mejor tono en una nueva aparición de Benzema. Conectó con Carvajal y el balón atrás lo fusiló de zurda a la red. El Alavés pidió fuera de juego en el arranque de la jugada.

Reaccionar en el Bernabéu para un equipo que conquistó el Camp Nou y sacó un punto del Vicente Calderón parecía un imposible, pero para un Alavés finalista en Copa del Rey no hay nada que no pueda intentar. Despidió el primer acto con suspiro, en la única aparición de Gareth Bale, que a pase de Danilo disparó cruzado con todo a favor, antes de adueñarse del partido con personalidad.

Desapareció el Real Madrid en la segunda parte, confundiendo la ley del mínimo esfuerzo y poniendo en peligro el triunfo. El Alavés dio un paso al frente, con el riesgo que conlleva dejar espacios para correr a los madridistas, pero tenía poco que perder y mucho que ganar.

Y no empató por falta de acierto. Lo rondó en momentos en los que el Real Madrid perdía su identidad. Sin equilibrio por la poca participación defensiva de los tres de arriba. Sin el balón por el día para el olvido de Modric. Casilla ponía a prueba su paciencia en una acción en la que era empujado en el área chica sin que el colegiado pitase penalti y Deyverson cabeceaba fuera con todo para marcar.

No fue la única que desperdició. Con el nerviosismo instalado en el Bernabéu y las quejas del público con silbidos, tuvo libertad para conectar el centro de Toquero pero no encontró puerta. Edgar cerraba el recital de oportunidades para empatar fallando solo en el segundo poste, rozando el poste con su remate de derecha.

La solución de Zidane fue la búsqueda de la unión de sus líneas con la entrada de Kovacic, pero sin renunciar nunca a su tridente ofensivo y aumentar la presencia de un centrocampista para recuperar el control. La moneda al aire cayó de su lado tras un nuevo susto, con testarazo de Manu. Isco puso el broche a su buen partido, encontrando el espacio dentro del área y sacando un disparo seco arriba que era la sentencia a cinco minutos del final.

El resultado engañoso lo aumentaba Nacho Fernández sacando oro de una falta de Bale perfecta, que repelió el travesaño. El Bernabéu se rindió al jugador ejemplar que representa el triunfo de un canterano que siempre está al nivel.