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No tiene pesadillas, tampoco se ha dejado amilanar, pero al pugilista antioqueño Céiber Ávila la polémica derrota ante el ruso Misha Aloian en los cuartos de final (52 kilogramos) de los Juegos Olímpicos Río-2016 le dejó un sinsabor que le marcó su vida.

'La verdad es que aún tengo la ‘espinita’ de lo que pasó en Río. Y no solamente yo, creo que toda Colombia quedó extrañada con la decisión de los jueces. Igualmente he superado eso y ya estoy enfocado en lo que viene', destacó Ávila, quien competirá en el Campeonato Nacional de Mayores, en la categoría 56 kilogramos.

Ávila, de 27 años, ya ha perdido la cuenta de cuántos títulos ha conseguido en estos certámenes. Comenzó desde 2008 y es uno de las principales cartas del entrenador Abelardo Parra.

'He ganado muchos títulos en estos eventos, creo que unos 14 o 15. Para este torneo le dije al profesor Abelardo que quería competir en los 56 kilogramos porque quería hacer un break y llegar más fuerte el otro año', expresó Ávila.

No sabe si estará en Tokio 2020 porque quiere mejorar su situación económica y ha sido tentado por el profesionalismo.

'Estamos esperando que se arregle la situación económica con el Inder de Antioquia. Ellos me preguntaron que si pensaba en Tokio y les dije que me habían hecho una oferta buena. Si ellos me quieren tener, deben ayudarme en la parte económica. De lo contrario tengo que tomar otro camino', expresó el boxeo le ganó al fútbol. A los 5 años, Céiber Ávila, nacido en San Pedro de

Urabá, se marchó a Currulao (un corregimiento de Turbo) . Allí, luego de una pelea de boxeo cuando tenía 10 años, quedó matriculado en los cuadriláteros.

'A mí me gustaba mucho el fútbol, pero luego me fui dejando llevar por las peleas callejeras y cuando entré a un ring de boxeo, me quedé para siempre bajo las órdenes del profesor Marcial Urbina'.

Su extraño nombre, según él, procede de un guerrero y fue bautizado así por sus padres David Ávila y Humberta Segura.

'Mis padres cuando veían películas o novelas escucharon el nombre de Céiber y me lo colocaron. Era un guerrero, tengo entendido'.

Y como la dinastía debe seguir, Céiber le colocó su nombre a su hijo de dos años.

'Le puse mi nombre para que siga la dinastía, pero ojalá no elija el boxeo porque esto es muy duro', concluyó el boxeador.