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Ciento tres días después de haber cumplido 33 años Oscar Figueroa alcanzó hoy el momento más glorioso de su carrera en la halterofilia y proporcionó a Colombia la primera gran satisfacción en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

Fiel a sus humildes orígenes familiares en los que la pesca y la minería eran las fuentes del sustento de sus padres y cuatro hermanos, en la red de Figueroa cayó hoy un metal de oro en su aventura en Río, que no es precisamente un río revuelto.

El pulso en la categoría olímpica de los 62 kilos estaba planteado de antemano con el indonesio Eko Yuli Irawan y el kazajo Farkhad Kharki.

Óscar Albeiro Figueroa Mosquera confirmó el favoritismo y en la hora de la verdad superó por seis kilos al indonesio Eko Yuli Irawan y por trece al kazajo Farkhad Kharki.

Con lágrimas en los ojos el hombre de 1,65 metros nacido el 27 de abril de 1983 entregó a su país la vigésima medalla olímpica de su historia.

La medalla de plata que obtuvo hace cuatros en Londres quedó atrás con su el desempeño superlativo de un joven que antes de levantar pesas probó suerte con el fútbol, el baloncesto, y el kárate.

Tenía entonces nueve años y su familia, como tantas otras familias acosadas por la violencia de grupos guerrilleros y paramilitares, había abandonado la natal Zaragoza, en el departamento de Antioquia, cuya capital es Medellín.

La nueva vida comenzó en Cartago, municipio del departamento del Valle de Cauca, del que Cali es capital.

Sin mucha convicción pero más persuadido por su contextura física, Figueroa atrajo la atención de entrenadores.

Por presión de ellos, que vieron un tesoro apto para pulir, comenzó a practicar un deporte al que paulatinamente le fue dedicando más horas al día en parte por el poco interés que tenía sobre los estudios.

La llegada de Figueroa a Río de Janeiro estuvo precedida por un periodo de aprehensión debido a la operación a la que se sometió en enero pasado para poner fin a una hernia lumbar.

La recuperación resultó excelente, como constató hoy con sus cifras: en total levantó 318 kilos, 142 en arrancada y 176 en dos tiempos. Fue el mejor en ambas categorías.

El pequeño Gigante aportó el tercer trofeo olímpico de Colombia en la halterofilia. Sus dos medallas, la dorada de hoy y la planteada en Londres se unen a la lograda en Pekín 2008 por Diego Salazar, también en 62 kilos.

Figueroa es el tercer colombiano con dos medallas olímpicas. Los otros dos son la luchadora Jackeline Rentería y el tirador Helmut Bellingrodt.

Figueroa vuelve a casa con la mejor pesca de su vida.