Su paso por Junior se resume en dos ciclos (1976-1977 y 1979), pero la huella que dejó en la institución barranquillera y en la memoria de los hinchas rojiblancos es mucho más grande.
Juan Ramón Verón o ‘la Bruja’, como era ampliamente conocido, tiene un sitio especial en la historia del equipo ‘Tiburón’. No solo por los 34 goles que anotó en los 85 partidos que disputó, sino por ser gran protagonista del primer título de Junior en el fútbol profesional colombiano, siendo jugador y técnico al mismo tiempo.
Al escuchar el llamado de EL HERALDO, ‘la Bruja’ no escondió la emoción que le producía volver a recordar aquellos buenos momentos que vivió en ‘La Arenosa’.
'Qué dicha volver a escucharlos, tengo lindos recuerdos con EL HERALDO. ¿Cómo está la calurosa Barranquilla?', fueron sus primeras palabras.
Verón no olvida nada de la ciudad, ni su gente, ni su clima, ni a sus compañeros en Junior, ni el fuerte ambiente que se sentía en la 'mini-caldera', como él llamaba cariñosamente al vetusto estadio Romelio Martínez.
Todos esos recuerdos siguen vivos en la memoria de esta leyenda que pasó por el cuadro barranquillero.
¿Qué hay de la vida de Juan Ramón Verón?
Estoy dedicado al fútbol, como siempre. Es mi vida y creo que no podría hacer algo distinto a eso. Ahora estoy trabajando con Estudiantes, el club donde nací y me hice como jugador. Actualmente soy coordinador general de todo lo referente al fútbol en el club.
¿Hace cuánto no viene a Barranquilla?
La última vez que fui a Barranquilla fue hace cuatro o cinco años. Fui de paseo a Colombia, visité algunas ciudades y estuve tres días por allá. Pero espérenme a final de este año, tengo planeado ir.
¿Qué es lo que más recuerda de ‘La Arenosa’?
El clima, a mí me encantaba. Calor todo el año. Lo que ustedes llaman invierno, para nosotros no es nada (risas). La ciudad es muy acogedora, muy linda. Su gente tiene algo especial y eso te hace sentir cómodo, a gusto, como en casa. En lo futbolístico, recuerdo mucho el estadio Romelio Martínez, la ‘minicaldera’, como yo lo llamaba porque era pequeño, pero hervía por la fuerte temperatura y por el gran ambiente que generaba la hinchada. A los que venían de afuera les costaba mucho ganar.
¿Tiene relación con alguno de sus antiguos compañeros de equipo?
Sí, claro, con Delménico, Camilo Aguilar y Comesaña, que son los que están más cerca de mí. Con ellos me mantengo en contacto. A los de allá es difícil encontrarlos. Eso sí, trato de seguirles la pista.
¿Supo de la muerte de Alfredo Arango, que era su socio en la cancha?
Sí, claro. En mi última visita a Colombia me enteré que estaba muy enfermo. No tuve la oportunidad de verlo, pero sí me comentaron de su grave estado de salud. Una lástima, gran amigo, compañero, futbolista, pero mejor persona.
¿Qué no se ha contado aún de ese equipo de 1977?
Yo creo que se ha contado todo (risas). Ese fue un equipo que la gente quiso mucho y nunca lo dejaba solo en el Romelio. Hicimos buena campaña, había compenetración con el hincha. Todo salió redondo.
¿Quién lo trae a usted al Junior?
Por medio de Alberto Poletti, excompañero mío acá en Estudiantes. Él estaba en conexión con Fuad Char, me comenta de la posibilidad de ir a jugar a Barranquilla y todo se dio muy rápido. Yo en esa época estaba en Estudiantes, pero hacía poco venía de jugar en Grecia un año y quería seguir en el exterior, así que me gustó mucho la idea de ir al Junior y no lo pensé dos veces. La verdad es que no me arrepiento.
¿Cómo asumió el reemplazar a un ídolo como Victor Ephanor?
La verdad, no lo vi de esa manera en ese momento. Cuando llegué al Junior yo ya era un jugador con mucha experiencia, así que vine a hacer mi trabajo sin presiones.
¿Cuál es el partido que más recuerda con Junior?
Recuerdo mucho los partidos contra el Cali de Bilardo y con el Nacional de Zubeldía. Eran dos grandes amigos. Cada vez que enfrentábamos a ambos equipos el espectáculo estaba asegurado. A los dos les ganamos en Barranquilla con autoridad.
¿El gol más recordado?
El que le hice al Cali en el hexagonal final del 77, que ganamos 1-0 en Barranquilla. Y también el primero que anoté con la camiseta rojiblanca, que se lo marqué al Cúcuta en el Romelio. Nunca los olvidaré.
¿Por qué gustó tanto ese Junior de 1977?
Junior tenía un equipo muy sólido y con muy buenos jugadores. De local no perdíamos nunca, quizá por ahí algún partido de visitante, pero en general era un equipo que ganaba siempre y eso, obviamente, le gusta al hincha.
Usted dirigió entre 11 y 14 partidos después de que el técnico argentino José Varacka abandona al Junior. ¿Ese es tiempo suficiente para considerarlo a usted el DT campeón?
Bueno, cuando el equipo salió campeón yo era el técnico, así que ahí no debe haber discusión (risas). Yo fui jugador-técnico campeón, me di ese lujo en Barranquilla (risas). Cuando asumí el cargo de entrenador introduje algunos cambios que beneficiaron al equipo. Entraron Camilo Aguilar, que finalmente fue el goleador del torneo, Rafa Reyes, que estaba de suplente, y cambié de banda a Bolaño. Todos aportaron mucho y le dieron un plus importante a un plantel que ya de por sí tenía excelentes jugadores. Manejé bien el equipo y por eso el título estuvo bien ganado.
¿A quién se le ocurrió ponerlo a usted de DT?
Lo que pasa es que ya quedaba muy poco para el final del torneo, el equipo tenía muchas posibilidades de pelear por el título y no se podía hacer un cambio tan drástico. La decisión la toma Fuad Char y creo que no se equivocó. Él me preguntó que si yo quería y podía dirigir y jugar al mismo tiempo, o si no le tocaba traer a otro técnico que no conocía prácticamente nada del plantel para las finales. Lo consulté con gente amiga, me pareció muy buena idea y finalmente terminé aceptando.
¿Cómo era eso de jugar y dirigir al mismo tiempo?
No es fácil, la ventaja que tuve es que yo no tenía que incluirme en el equipo, yo ya era titular (risas). De todos modos a veces tomaba la decisión de sacarme para darle entrada a Carlos Vidal, ‘el Pinza’, que era un volante que le brindaba otras características al equipo, especialmente de visitante.
Siendo técnico-jugador, cuando usted estaba en la cancha, ¿cómo hacía los cambios?
Tenía al profe Jorge Habegger en el banco, que era el preparador físico, y con él ya me había puesto de acuerdo en todo, especialmente en cómo se iban a realizar los cambios. Nunca hubo un inconveniente por eso. Se hacía una señal y todo se entendía de manera inmediata.
¿Por qué nunca volvió al Junior como entrenador?
Esa pregunta hay que hacérsela a Fuad Char (risas). No, la verdad nunca se dio esa posibilidad. Me hubiese gustado volver a dirigir en Barranquilla, pero los acercamientos que se dieron con la familia dueña del equipo fueron más por amistad que por trabajo. Tuve la posibilidad de irme a trabajar a Guatemala, allá logré tres campeonatos.
Se habló mucho de ver a Juan Sebastián ‘la Brujita’ Verón, su hijo, vestido con la camiseta del Junior. ¿En realidad sí existió en algún momento esa posibilidad?
Sí, en algún momento estuvo cerca, cuando tenía 18 o 19 años, pero por ahí lo consideraron caro y no se pudo concretar nada. Eso fue en 1994, si no estoy mal. Juan Sebastián era un juvenil, pero ya prometía bastante, y enseguida se fue al fútbol europeo.
¿Le ha hablado del Junior y de sus vivencias en Barranquilla a ‘la Brujita’?
Sí, claro, y más porque él alcanzó a disfrutar de ese momento. Recuerdo mucho cuando iba a entrenar, que llevaba a Juan Sebastián de la mano, estaba muy chico, y lo colocaba en un rincón del estadio. Ahí se quedaba todo el día pateando su balón. Recuerdo, como si fuera hoy, ese trayecto del Hotel Eslait hasta el Romelio Martínez, que lo caminaba todos los días junto a mi hijo.
¿Qué es lo más parecido, en lo futbolístico, que tuvo ‘la Brujita’ a usted?
Fuimos dos jugadores distintos, él fue volante y yo delantero, así que las comparaciones son complicadas. Lo que yo creo que sacó de mí es ese deseo de querer ganar siempre, de ser un líder, un jugador con ambición. Eso es lo que más destaco. Él nunca quiso ser técnico, así que por ahí no lo puedo analizar (risas). Le gustaba más la dirigencia y hoy disfruta de su papel como presidente de Estudiantes. Estoy muy orgulloso de todo lo que ha logrado en el fútbol.
'Arnoldo Iguarán era un jugador impresionante, de otro planeta'
¿Se considera ídolo de la afición rojiblanca?
Nooo, ídolo no. Yo jugué, di todo lo que pude y creo que le cumplí a la gente porque hice parte del primer título, que es el que más cuesta alcanzar. Estoy muy agradecido por el cariño que aún siente la gente por mí y por eso la ilusión de volver a visitar a Barranquilla a final de este año. Mi paso por Junior fue de lo mejor que viví en el fútbol, a pesar del corto tiempo que duró.
¿Vio al Junior el martes ante Melgar de Perú, en la Copa Sudamericana?
Me contaron que ganó 5-0 en la ida, como local, y después supe que perdió 4-0 y casi le remontan. Seguro subestimó al rival. Hoy en día los equipos no se pueden dar ese lujo porque no hay rival pequeño. Pero bueno, el equipo clasificó y ojalá hayan aprendido la lección.
¿Sigue la actualidad del Junior?
Sigo los resultados, ver los partidos se me hace más difícil. Siempre estoy atento, mirando para ver cómo le fue y en qué posición va. A veces hablo con Comesaña, que ha estado muy ligado al club, y me cuenta cosas. Trato de no perderle la pista al Junior.
¿Cuál fue el jugador que más lo sorprendió en su paso por Colombia?
Muchos, me acuerdo de Willington Ortiz y de otros tantos que enfrenté. Pero me encantaba el fútbol de Arnoldo Iguarán. Yo lo llevé al Cúcuta. Allá tuve la posibilidad de hacer 22 goles y una gran campaña junto a él. De haber jugado hoy en día, no habría plata para pagar a Iguarán.
¿Cuál jugador colombiano actual se asemeja a Iguarán?
Ninguno de los que yo he visto. Iguarán era un delantero que desbordaba por los dos lados, con una potencia y una habilidad impresionantes. No hay muchos jugadores con esas características hoy en día y los que la tienen valen una fortuna. El recuerdo que tengo de él es muy lindo.
¿Cómo descubrió a Arnoldo Iguarán?
En las prácticas con Junior. Él jugaba en el equipo de una universidad y ellos de vez en cuando nos servían de sparring. Tuvimos la oportunidad de disfrutarlo, era un jugador de otro planeta. Por eso apenas me fui al Cúcuta lo primero que hice fue recomendárselo al presidente. Pudo ir y no me defraudó.
¿Le quedó alguna deuda en el fútbol?
Haber ganado algo con la Selección Argentina. En mi mejor momento futbolístico la selección estaba muy desorganizada y no daba gusto, no daban ganas de jugar, así que perdí esa posibilidad.