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'Existe un concepto: el hambre. Algo tan terrible, tan humillante, tan mortífero, que podrías devorar hasta gatos, perros, pegamento', afirma el historiador ruso Borís Kovaliov, 80 años después del inicio en un día como hoy del bloqueo de Leningrado, hoy San Petersburgo, una tragedia que perdura en la memoria de sus habitantes.

'Mi percepción del bloqueo está vinculada a los recuerdos de mi tía-abuela, que de milagro no practicó el canibalismo ni devoró cadáveres', comenta el experto.

Una historia sórdida, en la que un vecino de su tía-abuela murió congelado y una amiga de ella le rogaba que fuesen a cortarle un pedazo de carne para comer, pese a que las autoridades soviéticas fusilaban en el acto a quienes atrapasen haciendo esto.

'Mi tía aguantó ese asedio unos veinte minutos, pero cuando finalmente tomaron un cuchillo y fueron a donde el vecino, se encontraron con que ya había sido descuartizado y no quedaba nada', rememora.