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Esto ya lo hemos mencionado antes. Siempre que se nos pide escribir sobre él. Una noche del 8 de diciembre de 1980 salíamos con dos amigos, el hombre de radio Willi Vergara y el artista plástico Harold Becerra, del Sunrise Musical Theater de la ciudad de Fort Lauderdale, después de presenciar un extraordinario concierto de la agrupación británica The Police. Al llegar al parqueadero nos encontramos con una conmoción de gente llorando, maldiciendo y estrellando botellas de cerveza contra el suelo. Habían matado a John Lennon, el hombre 'más famoso que Jesucristo', el de las cruzadas anti guerra, el pacifista, el autor de Give Peace A Chance, de Strawberry Fields Forever, Imagine y muchas joyas más.

Hoy John Winston Lennon cumpliría 80 años y la imaginación nos lleva a especular cómo sería su vida en los Estados Unidos de Donald Trump.

No tuvo nietos, por lo tanto jugar con ellos está descartado. ¿Estaría pasando su vejez componiendo en su gran piano blanco como aún lo hace su socio Paul McCartney? ¿Pasaría horas enteras en su estudio particular grabando nuevos temas? ¿Emprendería incansables giras como aún lo hace Paul? ¿Continuaría con su activismo político, esta vez contra un Trump impredecible que seguramente, con su acostumbrado negacionismo, estaría preguntando: '¿Y quién es este John Lennon? ¿Qué cosas importantes ha hecho?'

Nacido un día como hoy de 1940 en Liverpool, ciudad célebre por tres cosas: su agitadísimo puerto, su extraordinario equipo de fútbol y, por lo más relevante, ser la cuna de The Beatles, la banda de rock más importante e influyente de la historia.

La vida pública de John solo abarcó dos décadas: La del sesenta cuando despegó como un cohete de The Cavern a la leyenda liderando con The Beatles esos idealistas y hermosos años de la contracultura, del peace and love y del flower power, hasta que el sueño se deshizo en pedazos y la cruel realidad se impuso con su racismo más vigente que nunca y un Richard Nixon aferrado a una inútil guerra en el sudeste asiático que le devolvía a los Estados Unidos a sus jóvenes envueltos en bolsas negras. Y, como causa y efecto al mismo tiempo, The Beatles se disolvieron con el sueño y esa década.

Luego llegaría la segunda década Lennon, los años setenta, candentes y activistas, con una juventud hastiada de ser utilizada como carne de cañón por los políticos de turno y a la que Lennon apoyó con sus cruzadas y conciertos pro paz en compañía de otros activistas como Abbie Hoffman, Jerry Rubin y John Sinclair, vocero de las Panteras Negras. Esto le valió ser incluido en la fatídica lista negra del FBI como Enemigo Público de la ultraderecha con Richard Nixon como presidente. Esa misma lista negra fundada por el senador Joseph McCarthy a comienzos de la Guerra Fría en los años cincuenta que veía comunistas debajo de las piedras y que hizo deportar a Charles Chaplin de Estados Unidos, dejar sin trabajo a muchos guionistas y directores de Hollywood como Dalton Trumbo y Edward Dmytryck. Esa misma lista negra se encargó de hostigar a Lennon con seguimientos, lo que hoy llamamos perfilamientos, y negándose en repetidas ocasiones a concederle la residencia americana a pesar de los altos impuestos que el ex beatle pagaba al Internal Revenue Service, la oficina de impuestos estadounidense.

Después de la muerte de John, cuando el FBI se vio obligado a desclasificar los archivos, se reveló que su 'perfilamiento' constaba de 281 páginas.

Los estudiantes al frente de las protestas antiguerra veían en Lennon una especie de adalid y frecuentemente solicitaban su pronunciamiento y presencia al frente de estas protestas. En una oportunidad alumnos de Berkeley (California) hostigados por la policía en el campus solicitaban su presencia a lo que Lennon se negó considerando que no tenía ningún sentido enfrentarse en la primera línea de las protestas a una suerte de ESMAD gringo.

En 1973, después de tres exitosos álbumes: John Lennon/Plastic Ono Band, Imagine y Some Time In New York, John cayó en un espiral de abuso de alcohol y drogas, lo que llevó a Yoko a ponerle las maletas en la puerta propiciando su partida a Los Ángeles en el llamado Lost Weekend, un fin de semana que duraría dieciocho meses de rumba pesada de la mano de los músicos Harry Nilson y Keith Moon y su nueva novia May Pang.

A propósito, asistimos en 1982 a una exposición organizada por May Tang en un centro comercial de la Florida, exposición cargada de memorabilia de su corto romance con Lennon y que incluía cartas, fotos, letras de canciones manuscritas y diversos objetos. Tuvo cobertura en la prensa local y May, en todo su derecho, obtuvo su cuarto de hora de fama.

No obstante, a pesar del desenfreno, John grabó tres álbumes en este período: Mind Games, Wall And Bridges y Rock And Roll, este último de covers de standards del rock y co producido por Phil Spector.

John regresaría a Nueva York perdonado por Yoko e iniciaría la etapa familiar de todos conocida que daría sus frutos con el nacimiento de su segundo hijo, Sean, y la recuperación de su relación con su hijo mayor Julian, alejado de los reflectores, del activismo y del estudio hasta el verano de 1980. Decidió entonces partir para las Islas Bermudas a escribir y grabar demos que se convertirían en su séptimo álbum de estudio, Double Fantasy, publicado en noviembre de 1980 y que, en una fatal paradoja, se convertiría en el último álbum autografiado por Lennon. El beneficiario de este autógrafo fue su asesino, Mark David Chapman, esa noche del 8 de diciembre de 1980, a las 10 y 50 pm., antes de dispararle cinco veces por la espalda. Aún flota en el aire una posible injerencia de la CIA en este asesinato.

Ese último álbum con la firma de John fue subastado más tarde por más de 500.000 dólares.

Existen muchos monumentos y homenajes al músico: El aeropuerto de Liverpool hoy se llama Aeropuerto John Lennon; La Habana tiene un parque que lleva su nombre y en 2013 la Unión Astronómica Internacional bautizó uno de los cráteres de Mercurio con el nombre de John Lennon.

Hoy, en otro ejercicio especulativo de nuestra imaginación, suponemos que si John aún estuviera vivo estaría celebrando sus 80 años con un álbum a trío con sus dos hijos, también músicos, titulado Lennon 3, o Lennon al Cubo. Pero desafortunadamente solo nos queda el recuerdo de esa noche del 8 de diciembre de 1980, cuando, al salir del espectacular concierto de The Police y enfrentarnos a la desoladora escena del parqueadero del Sunrise, pasamos de la gloria al infierno.