Leo Espinosa creció entre montañas de plastilina de colores que, en su imaginación, eran universos fascinantes moldeados con sus propias manos. Por eso, cada vez que llegaban sus padres del trabajo a casa, el pequeño Leo corría y les saltaba encima hasta encontrar en sus bolsillos nuevas barras de plastilina, recuerda el galardonado ilustrador colombiano.
'Yo creo que esos fueron mis primeros dibujos. Eran tridimensionales', cuenta Espinosa, invitado a la II Feria Internacional del Libro de Barranquilla, Libraq, donde abrió las puertas de un estudio imaginario para compartir experiencias sobre su proceso creativo.
Espinosa, quien reside en Estados Unidos, ha sido ganador del Premio Pura Belpré Award 2019, un importante reconocimiento que destaca el trabajo de ilustradores latinos en obras infantiles, y que fue entregado al colombiano tras darle vida y color al libro infantil Islandborn, de Junot Díaz. Sus dibujos y series animadas, además, han sido publicados por The New Yorker, Esquire, The New York Times, The Atlantic, BBC, Nickelodeon, Penguin Random House, ESPN, Hasbro, y Facebook.
Perder el miedo. Aunque el ilustrador colombiano sea dueño de una carrera capaz de volar tan alto como las aves que ilustra, o correr tan rápido como las bicicletas que pone a rodar, para Espinosa crear se trata de 'perder el miedo'.
'Al momento de dibujar, hay que perder el miedo. El humor es fascinante para eso', dijo durante su conferencia ‘Estudio de artista’, que tuvo lugar en el Salón Gabriel García Márquez del Centro de Convenciones Puerta de Oro.
Mientras reconocía el temor que le producía abandonar su trabajo fijo en una agencia de publicidad para lanzarse a ilustrar (y competir en Estados Unidos), que era lo que realmente quería, Espinosa compartía los dibujos que lo libran del miedo: la vez que se cayó en verano en un supermercado, las noticias que más lo enfurecen, su perro que permanece omnipresente en muchas de sus ilustraciones y los personajes que crea y que siempre tienen un fondo y una historia.
'A veces me preocupa, por ejemplo en redes sociales, ver tantos personajes sin historia ni contexto. Pienso que quizá son creados solo por el afán de que sean bellos. En mis dibujos, yo me pregunto ¿quién es esta mujer? ah, es una vecina, la del piso de abajo, que canta ópera. Me gusta aprender de mis personajes', dijo Espinosa. Porque para él, es 'vital' conocer y entender lo que se ilustra. De ahí que pasara horas mirando las palmeras para crear las suyas, investigando cómo son las ballenas del Caribe u observando la arquitectura de algunas ciudades en Estados Unidos.
Sumergirse en el texto. Explorar el uso del texto en las imágenes es otro de los juegos favoritos y frecuentes de Espinosa. Uno de sus ejemplos: un niño gritando '¡eres de lo peooor!', con las letras saliendo de su boca y haciéndose cada vez más grandes mientras el pequeño aumenta el volumen de su voz.
La lección mayor para el público, en su mayoría ilustradores y artistas en formación, fue por cuenta de Islandborn, cuento que Espinosa leyó con la voz entrecortada mientras explicaba cómo lo ilustró.
La historia parte en la escuela de Lola, cuando su maestra pide a todos los niños– que venían de lugares lejanos– dibujar su ciudad de origen. Todos los pequeños se entusiasman, menos Lola, que no recuerda la isla: se fue cuando era apenas una bebé. Con la ayuda de su familia y amigos, Lola emprende un viaje a través de los recuerdos de otros que la llevarán de regreso a una extraordinaria y aterradora isla.
'Lola descubre que la isla era muy bella, pero que la abandonaron por culpa de un horrible monstruo que, aunque no se diga en el cuento, representa al dictador dominicano Rafael Trujillo (...) Es una historia que me llena de sentimiento porque también soy inmigrante en un país extranjero y hay temores, así que hay que darle motivos a los niños para que se sientan orgullosos de sus culturas', aseguró.