“La vida tan corta, el arte tan largo de aprender, el intento tan duro, tan áspera la conquista, la tímida alegría que siempre se desliza tan rápido, todo esto considero yo el amor, de modo que mi sentimiento se asombra de sus efectos, en verdad, que cuando pienso en él, no sé si estoy despierto o dormido”
El parlamento de las aves, hermoso poema del escritor británico Geoffrey Chaucer, escrito en 1382, el cual ilustra de forma magistral su concepto sobre el amor y narra de manera imponente la historia de un grupo vasto de aves llamadas por la diosa naturaleza al mágico encuentro para elegir su pareja para la próxima primavera, es el primer texto que da cuenta cierta, franca y directa, de la relación del día San Valentín con el día de los enamorados.
“En un prado sobre la colina de flores, estaba sentada la noble naturaleza: de ramas eran sus alas y aposentos, fabricados según su arte y su medida; y ninguna ave que viene de generación faltaba de su puesto junto a ella, donde acataban sus sentencias y la escuchaban, pues esto ocurría el día de San Valentín, cuando todas las aves acuden allí a elegir pareja(…)”
El texto fue inspiración y rápidamente se extendió por Francia, Alemania, Italia y otros territorios.
Si vamos al origen, cuenta la historia que el imperio romano celebraba las fiestas Lupercales o la Lupercalia, el 15 de febrero. Ritual en el que las mujeres esperaban ser golpeadas con un látigo hecho de piel de cabra y perros, bañado en su sangre, pues creían que esta ceremonia les brindaba fertilidad. En el año 496 el papa Gelasio I prohibió la celebración y a cambio instauró, un día antes, el día 14, la fiesta de San Valentín; una conmemoración a las buenas obras realizadas por San Valentín de Roma, de las cuales poco se conoce, de hecho se destacan solo los casamientos matrimoniales que llevaba a cabo a escondidas del emperador y que al final, le costaron su cabeza.
Entre el concepto del amor romántico del romanticismo Cristiano y del amor pasional y “fértil” del paganismo romano, emergió la fuerza creadora del arte para consolidar el símbolo del amor.
Siglos después, y que bueno, aún vivimos en ello, pues hoy gravitamos entre lo divino y lo mundano, en medio de una semana colorida de amor y carnaval, cargada de flores, festejos y fertilidad, a la cual acude Luperco y también acude Valentín.
Nada es absoluto. Lo despótico, dictatorial y doctrinal, siempre se amansa ante la fantasía y el poema, gracias a su majestuosa capacidad de sublimar la realidad.