En épocas pretéritas el rubor era inequívoca manifestación de candor y decencia. El rubor es una respuesta emocional que aparece en señal de vergüenza cuando en cualquier situación podría incurrir en algo que pudiera ser mal visto o mal interpretado, o cuando se era protagonista de algún desafortunado evento. El avergonzado se ruborizaba. Hoy no. Hoy la gente comete despropósitos, y tan campante. Nadie siente vergüenza por nada y, obvio, mucho menos se ruboriza. Son demasiados los casos:

Hace años tenemos el problema del canal de acceso. Repetidamente se afirma que contratar un dragado episódico no es solución, pero repetidamente se deteriora el calado, y vuelve y juega. Se reclama, la plata se pierde, y en Cormagdalena nadie se ruboriza.

Otro ejemplo: Al presidente lo pusieron a inaugurar 7 kilómetros ya en servicio de una vía que lleva años en frustrada construcción. Pero la mintransporte ni se ruboriza.

Otro: El Representante Alejandro Carlos Chacón, en medio de los problemas laborales del país presentó un proyecto de ley estableciendo dos días de licencia remunerada para aquel trabajador a quien se le muera una mascota. ¡Y no se ruborizó!

Otro: La bancada del Centro Democrático se reunió y aprobó unos mecanismos para la escogencia del candidato único del partido y, acto seguido, sin ningún rubor algunos senadores expiden un comunicado violando el acuerdo, no se sabe si es que creen que al jefe pueden volárselo sin que pase nada. El caso es que el propio Uribe los hizo dar reversa, y los alineó. Pero todos quedaron muy mal, y nadie se ruborizó.

Sin mencionar la desvergüenza de Petro, hay casos peores:

Samper dejó mal a todo el país, quedamos ante el mundo como narcodemocracia, fuimos el hazmerreír internacional, él mismo con su inverosímil cuento del elefante a sus espaldas avergonzó a todos. Se creyó que se iba a esconder por siempre, pero siguió tan campante declarando opinando e interviniendo en política sin ningún rubor.

El máximo ejemplo de sin vergüenza es Santos, quien sin rubor afirma que la traición es un modo de vida, es campeón en eso, y también sin ningún rubor pretende ahora que no más “el que diga Uribe” sino que ahora sea “el que infiltró Santos”.

Tocará hablar con Revlon para que adelante una masiva campaña que reparta entre funcionarios y políticos cantidades de maquillaje ‘Rubor’, a ver si por lo menos la cosa se disimula.

Afortunadamente no es pandemia, y aún sobrevive algún decoro. En medio de tanta desvergüenza, hay que resaltar la iniciativa la del empresario Edgar Orozco quien, preocupado por la situación del país está desde Barranquilla, con miras a convertirlo en nacional, convocando a los líderes emprendedores (va por casi 200) a conformar un movimiento no político denominado Empresarios por Colombia que integre desde la más pequeña miscelánea hasta la más sofisticada industria, no sólo para impulsar la recuperación económica del país, sino para restaurar la decencia en las costumbres. y propender por la escogencia de una representación que conozca el rubor.

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