El viernes pasado decidí pasar con mi esposa el fin de semana en Santa Marta. Tomé la nueva avenida del Río, seguí por La Loma y el Corredor Portuario para acceder al majestuoso nuevo puente Pumarejo.
Hasta ahí, todo bien, todo bien, como dice “el Pibe”. Al terminar el puente se perdió el encanto y comenzó el más desagradable paseo que pueda alguien imaginar. Conducía ya indignado por esa súper congestionada carretera que mueve un voluminoso y súper pesado tráfico con buses y tracto-mulas, pero cuando observé las enormes hileras de vehículos desfilando lentamente para pagar el primer peaje, lo primero que se me vino a la mente fue analizar, cómo hemos podido ser los barranquilleros tan pusilánimes y faltos de testosterona para permitir que el gobierno nacional, como dueño de esa vía, y la gobernación del departamento del Magdalena, contratante de esa concesión, nos hayan irrespetado de manera tan inmisericorde y miserable. Porque no puede ser menor el calificativo para el irrespeto y la falta total de consideración que han demostrado para con nuestra ciudad los sucesivos presidentes, ministros, gobernadores y funcionarios a los que les debía haber correspondido la responsabilidad de tratarnos de manera similar a como lo hacen con los ciudadanos del interior del país. Pero tanta responsabilidad como la de aquellos, la han tenido nuestros congresistas durante los últimos 20 años, por lo menos, así como alcaldes, gobernadores y fuerzas vivas de la ciudad, que de vivas no han tenido ni la V.
Invito a mis lectores a que analicen el tamaño de esta afrenta. La carretera Barranquilla - Ciénaga ya pavimentada se inauguró en 1960, ¡Hace más de 60 años! Idéntica a como es hoy con sus insuficientes dos carriles de 3.50 metros, y sus dos leoninos peajes en tan solo 68 kilómetros de extensión. ¿Se imaginan ustedes cuánta plata se habrá recaudado en esos dos peajes en más de 60 años? ¿Cuántas autopistas se podrían haber construido desde entonces con lo recaudado con semejante tráfico? ¿Saben ustedes dónde han ido a parar esos miles y miles de millones pagados en elevado porcentaje por los barranquilleros? Vale la pena que nuestros congresistas, por una vez en su vida, soliciten esa información que tiene que ser pública, y la hagan conocer, para que nuestra justa solicitud tenga bases sólidas, y no sea como esta y mis anteriores 14 columnas sobre el tema en 43 años, motivo de burla de quienes nos ultrajan e irrespetan.
Y sigo el rosario: ¿Conoce alguno siquiera, cómo será el diseño de la supuesta autopista a construir? ¿Sabe alguien si será reabierto el caño Clarín original, estúpidamente cegado para ahorrarse un puente sobre el mismo? ¿Han visto, así sea, algún dibujito, de cómo será el puente paralelo en La barra? ¿Y desde Tasajera a Ciénaga, cómo será esa autopista? ¿Todavía hay quien cree sí se necesita el cacareado viaducto de $700.000 millones, en vez de solo elevar el nivel de la calzada en la zona afectada por la erosión del mar, protegerla con enrocado, y construirle vox-culverts? ¿No se han dado cuenta que ya han pasado meses de cuando se dijo que se abriría la licitación para esos viaductos? Así, mientras en el interior sí se construyen autopistas con túneles y con verdaderos viaductos, aquí se nos irrespeta y engaña como a unos verdaderos pendejos.
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