La sentencia proferida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, condenando al Estado colombiano nos deja una serie de reflexiones.
Primero. Esto debe ser visto como una sentencia de inicio y no de final, quiere decir, el sistema Interamericano de los derechos humanos se pronuncia dando razón sobre los hechos de fondo que se había denunciado por tantos años en Colombia y que desde muchos sectores de la derecha quisieron callar, desviar o negar, pero con este fallo internacional ya es incuestionable lo sucedido, y es un piso para que a pesar de más de 30 años de impunidad se retomen las investigaciones ya no en la jurisdicción ordinaria, sino en la justicia transicional.
Segundo. Condenar al Estado colombiano es todo y es nada, necesitamos es saber los nombres y apellidos, las unidades, rangos, y las instituciones donde trabajaban o siguen trabajando los determinadores del Genocidio, muchos de ellos hoy están tranquilamente pensionados por el Estado.
Tercero. Por qué la justicia no operó, en primer lugar por qué los determinadores vienen de quienes han decantado el poder político históricamente, y como se ha manifestado por familiares de las víctimas y líderes de la UP en medio se dio una alianza de miembros de la fuerza pública con los paramilitares, ese trinomio pudo bloquear el sistema judicial. Esperemos que la JEP pueda seguir rompiendo esos velos de impunidad y pueda seguir contando las verdades como las de los falsos positivos y otras violaciones a los derechos humanos.
Cuarto. En Colombia frente al caso de la UP podemos hablar de un genocidio, porque se configuro un asesinato "Sistemático", por pertenecer a un grupo político, con responsabilidad estatal. Este caso más el asesinato "sistemático" de más de seis mil inocentes en los falsos positivos nos lleva a la pregunta, ¿En Colombia quienes son los genocidas? , ¿Siguen hoy en el poder? ¿Quedaron con sus tentáculos en el poder? O peor aún, viendo que en el gobierno de Iván Duque se comprobó una vez más la existencia de seguimientos y perfilamientos ilegales por parte de la inteligencia a periodistas, líderes sociales y líderes de la oposición lo que demuestra es que el problema no se limitaba a unas manzanas podridas, sino que lo que hay es una "doctrina" de la violación de los derechos humanos desde el propio estado colombiano.
Este país no es peligroso sólo por la cantidad de bandidos que acechan sino porque el mismo Estado es responsable de asesinatos masivos, ya le llevamos comprobados judicialmente 2 genocidios encima, ¿y esos son los que nos cuidan? que miedo.