El salario mínimo en Colombia es ridículamente alto. A un ingeniero tú no lo necesitas todo el día en la oficina, sino dos horas. El acuerdo de paz con las Farc es semifallido. En Colombia hay demasiadas sicólogas y sociólogas. Lamentamos la muerte de los oficiales, afortunadamente Iván Duque no iba en el helicóptero accidentado. Colombia tributa como un país pobre, y no lo es. Los asesinatos de líderes sociales se deben a líos de faldas. Al régimen de Maduro le quedan pocas horas.

Un rápido repaso a este puñado de frases dichas por algunos funcionarios del Gobierno -hay muchas más- justifican la malquerencia que parece haberse instalado en la percepción que la gente tiene del presidente y su equipo. Aunque no se puede negar que sobrevive una masa significativa que porfía en defender y justificar la torpeza y la estupidez retratadas en las afirmaciones públicas del Ejecutivo.

Por supuesto que este pequeño recorrido por las expresiones del uribismo en el poder no solo sirve para reírse a carcajadas en alguna charla de amigos o para explicar la baja popularidad de quien es uno de los peores presidentes de nuestra historia.

Porque esas palabras que tanto asombro generaron en los espíritus sensatos no provinieron de la nada, no se gestaron al calor de unos tragos, no se improvisaron para una galería ávida de gracejos e indignaciones, sino que retratan -o, más exactamente, caricaturizan- lo que piensan las personas en cuyas manos confiamos nuestro destino.

Y lo que se puede leer entrelíneas en esta seguidilla de balbuceos pendencieros y falaces es francamente preocupante: nos gobierna una gente cuyas convicciones encajan a la perfección con la torpeza, la incultura y la falta de sentido común.

Más arriba hablé de la impopularidad del presidente que lidera a esta banda de lengüilargos, la cual es cierta. Pero cierto es también que una gran parte de los descontentos que ahora se quejan ayudaron -por acción u omisión electoral- a su elección.

No creo, como dicen en estos días algunos miembros de la oposición, que Duque se robó las elecciones, lo que nos daría alguna esperanza en el momento de juzgarnos frente al espejo, ya que eso nos exoneraría de toda responsabilidad. La verdad es que Colombia quiso tener a estas personas en el poder, a lo mejor porque los valores implicados en la nube negra de frases que encabezan esta columna son los que rigen en nuestras conciencias, los que consideramos válidos, los que queremos transmitirles a las nuevas generaciones de colombianitos formados en nuestra proverbial sabiduría.

La verdad es que no nos importa -y muchas veces nos sentimos orgullosos- de que hayamos elegido a un Gobierno cuyo líder es capaz de pronunciar en un escenario internacional, a nombre de toda una nación, en serio y sin sonrojarse, una perla como esta, que es del tamaño de la más enorme de las catedrales: “Y nos remontamos a lo que llamamos las siete íes. ¿Y por qué siete? Porque siete es un número importante para la cultura. Tenemos las siete notas musicales, las siete artes, los siete enanitos. Mejor dicho, hay muchas cosas que empiezan por siete”.

@desdeelfrio