La realidad supera ese debate, pues las ideologías son una perspectiva que soporta ideas válidas para el debate democrático. Pero existe también otro debate para comprender lo que pasa en las sociedades; sobre todo en el mundo real de sufrimientos, necesidades y esperanzas de los ciudadanos con menos oportunidades. Este otro debate es sobre cambio o continuidad. Entre mantener las cosas como están, con inequidades, desigualdades y oprobio social, o cambiar la sociedad gradual y democráticamente.

La continuidad se refleja en la campaña electoral cuando no se presentan propuestas de progreso, sino de preservar una sociedad injusta, bajo el argumento de que la derecha es la única democrática y que por ello el orden actual está justificado, y se legitima la exclusión. En esta perspectiva, los ciudadanos inducidos por el miedo votarían por el desastre de país que tenemos apoyando a un tipo de candidatos. Pero, aun sin definirse de izquierda, derecha o centro, los electores también buscan transformar la sociedad y, entonces, podrían apoyar propuestas de cambio. Hoy dos candidatos lo plantean. Uno que quiere combatir la corrupción como único problema, que lo es, y otro que, además propone otros cambios esenciales que garanticen paz y equidad. Petro y Hernández comparten la lucha contra la corrupción. Para este último es un problema meramente moral. Para Petro, la corrupción es también el mantenimiento de un orden profundamente desigual, en el cual existe una manipulación de lo público, violencia política, irrespeto de la justicia y apropiación de la riqueza e ingresos de la nación.

Por su parte, Gutiérrez y Fajardo están atrapados en el esquema ideológico y pretenden encasillar en él a Petro. En esa lógica, en el escenario de una segunda vuelta, entre Petro y Hernández, mayoritariamente los electores de Gutiérrez y los que quedan de Fajardo se irían en contra de Petro. Pero si el contendor de Petro es Gutiérrez la mayoría de los seguidores de Hernández se irían con Petro. Por todo esto, la dirigencia ultraderechista, que basa su campaña en el miedo, para mantener sus privilegios, estaría dispuesta a apoyar a cualquier candidato que pueda contener a Petro. Y si abandona a Gutiérrez para impulsar a Hernández es para asegurar sumar los votos de estos y crear mejores posibilidades de derrotar a Petro en segunda vuelta. Este es parte del juego que explica el momento y condicionaría las estrategias políticas para los días venideros. Huelga recordar que el peligro no es un candidato sino renunciar a transformar a Colombia, asegurando un desastroso futuro.

Si prospera la perspectiva del debate entre derecha e izquierda, el presidente será Gutiérrez o Hernández. Pero si entre los ciudadanos prima el debate entre cambio sustantivo o continuidad, el presidente será Petro.

PD. Petro asegura el triunfo en primera vuelta si Fajardo desciende o se mantiene y Gutiérrez y Hernández empatan, sumando entre los dos, menos de 40 % de los votos.