Servidor público es quien brinda un servicio de utilidad pública y quien, palabras más palabras menos, no busca ganancias privadas. Eso es exactamente lo que no está haciendo el rabioso ministro de defensa Carlos Holmes Trujillo, quien está demostrando cómo no ser un servidor público. Descaradamente decidió jugar al duro para recibir el apoyo del ala extrema del uribismo ahora invadida de odio desde que está preso su gran jefe, el expresidente Uribe. El país, los ciudadanos que reclaman democracia, lo tienen sin cuidado porque ahora lo que realmente le importa es el apoyo de esos uribistas recalcitrantes para su candidatura presidencial en el 2022. Lo más grave de todo esto es que abiertamente tiene todo el respaldo del presidente Duque, que abandonó la supuesta bonhomía para mostrar su verdadera realidad, alumno fiel y seguidor sin beneficio de inventario de su gran jefe, a quien le debe todo.

Por fortuna, y ahora con el respaldo de la Corte Suprema de Justicia, se le puso un freno, quiéranlo o no, a esa división entre buenos y malos en que han sometido al país los del partido de gobierno. Y así no lo quieran aceptar, la mayoría sintió un respiro porque antes de este pronunciamiento muchos veíamos ahogada nuestra democracia. Que el gobierno ha reaccionado muy mal es una realidad y es cierto que cuenta con un apoyo del 40% del país dicen algunos, de destacados periodistas y de medios de comunicación claves del país. Pero la mayoría no ha se ha quedado quieta y de manera muy fundamentada, está haciendo el contrapeso necesario que el colombiano del común necesita.

No será entonces nada fácil imponer en el país esta modalidad de servidor público que representa sobre todo Mindefensa pero también el presidente en su versión actual y muchos miembros del gobierno. Hay fuertes reacciones y el gobierno y sobre todo MinDefensa están en la mitad de una dura controversia de muchos que piden su renuncia, que harán debates para censurarlo y sacarlo del cargo. El presidente no saldrá inmune de esta difícil situación porque ya es evidente que esa mesura que algunos creían que tenía ya se perdió.

Es necesario que la sociedad colombiana rescate lo que significa ser servido público cuando se tiene el privilegio de ser un funcionario del Estado. Ya son demasiadas evidencias del abuso del poder como en el caso del Fiscal que se siente y actúa como si fuera intocable y viola las reglas mínimas que deben regir las actuaciones precisamente de un servidor público. Llegar a estas posiciones no significa beneficiarse personalmente violando las reglas que como en el caso de la pandemia, obligaban a estar recluidos en casa mientras él hacía descarado turismo. Tampoco es aceptable esa actitud soberbia de Carlos Holmes que cree que él no tiene límites para llegar como sea a reemplazar al presidente Duque. Por fortuna amplios sectores con argumentos sólidos rechazan su actitud. Y así se rescata la democracia tan golpeada últimamente.

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