Hace tres años tuve la oportunidad de ver en vivo a Phil Collins, en México, en su gira de regreso llamada: Notdeadyet, que traduce algo como “Aún no he muerto”. El extraño nombre del tour vino de su autobiografía que había publicado en 2016 y en que contaba cómo a pesar de la fama y el éxito que había tenido en su carrera, estuvo a punto de quitarse la vida por diferentes razones que iban desde problemas de salud hasta una frustración por el mal trato que recibió de un sector del mundo del entretenimiento y la música por muchos años.

El concierto es tal vez uno de los mejores que he visto en vida, a pesar de que Phil lo hizo sentado en una silla en la mitad del escenario. Pero teniendo como respaldo una banda impresionante de músicos entre los que se encuentra su hijo Nicholas Collins, que ahora se encarga de tocar la batería en sus conciertos.

Hace unos años atrás durante una gira con su banda Genesis sufrió una lesión delicada a nivel de cervical, que lo llevó a una complicada cirugía que no dio los resultados esperados y lo mandó al retiro.
Sus últimos días frente a la batería fueron muy complicados, para poder tocar se pegaba las baquetas a sus manos con cinta para poderlas sostener, produciéndole un dolor terrible.

Phil se retiró de la música, prácticamente se escondió del mundo. Cayó en una profunda depresión que se agravó por problemas sentimentales con su esposa.

Sin embargo, al escribir esa biografía de alguna manera se liberó en gran parte de ese peso que llevaba. Además al ver a su hijo tocar el instrumento que a él lo hizo famoso, lo llenó de orgullo y le dio el ánimo para regresar a los escenarios.

La carrera de Phil Collins comenzó con la banda Genesis en los años setenta. Era el baterista del grupo y además hacía los coros. Sin embargo no era el líder de la banda ni el compositor ni el cantante principal. Peter Gabriel estaba al frente del grupo. Era un sonido diferente, de rock progresivo. La crítica adoraba a Gabriel, pero este se aburrió de la banda y la dejó para emprender una carrera en solitario.
Fue entonces cuando Phil se puso al frente vocal y creativamente y desde su batería le dio un aire más comercial y convirtió a Genesis en una de las más grandes bandas de rock de la historia.

La década de los ochenta fue llena de éxitos, no solo con su banda, sino en solitario, convirtiendo su sonido en la banda sonora de una generación.

Además produjo a grandes músicos como Eric Clapton y Robert Plant de Led Zeppelin.

Sin embargo, esa sobreexposición le empezó a pasar cuenta de cobro por parte de los críticos musicales que lo vieron como un personaje que se había entregado al rock corporativo.

En los noventas su carrera empezó a sufrir un lógico desgaste. Dejó finalmente a Genesis y sus discos en solitario dejaron de ser relevantes. Se dedicó a las bandas sonoras para Disney. Y también dejó su carrera de actor que le había dado algunas satisfacciones.

El nuevo siglo trajo a un Collins menos visible. Publicando discos en solitario de manera esporádica y en una gira de reunión con su banda. Vinieron los años oscuros de la depresión hasta que finalmente volvió a ver la luz.

Una nueva generación valoró su carrera musical. El interés de muchos empresarios lo llevaron de regreso a los escenarios. Aunque no ha publicado nuevo material, retomó su camino.

Su voz está impresionantemente intacta. Y justo el año anterior anunció una nueva gira con sus compañeros de Genesis, con fechas en Europa y Estados Unidos. No tocará la batería, lo hará su hijo, pero estará al frente de la banda que reinventó y llevó a su más alto nivel de popularidad.

Está claro que Phil Collins a sus 70 años planea seguir activo como muchos de su generación que no imagina otro lugar diferente a los escenarios.