La novela del escritor y periodista colombiano Juan Gabriel Vásquez, sobre la escultora colombiana Feliza Bursztyn, Los nombres de Feliza, no solo nos muestra con fascinación, maestría y realismo la vida de una mujer extraordinaria, sino también su lucha por defender sus derechos en una época en la que los artistas, escritores y periodistas concertaban sus ideas de libertad.
Feliza fue una mujer luchadora y extraordinaria, y siempre estuvo rodeada de intelectuales; tanto que su prematura y súbita muerte ocurrió en un restaurante de París, durante una cena, mientras estaba sentada en una mesa en compañía de Pablo Leyva, Gabriel García Márquez y su esposa Mercedes Barcha, y Enrique Santos.
Una de las cosas que me atraparon durante la lectura de la obra de Juan Gabriel Vásquez, fue la impecable descripción de la época que se vivía tanto en Colombia como en París, y los relatos de los personajes; muchos de los cuales dejaron huella en la historia. Me parecía increíble que Feliza, siendo una niña pequeña, hubiese conocido a Jorge Eliecer Gaitán, asesinado el 9 de abril de 1948. También compartió con personajes de la talla de Gabriel García Márquez, Enrique Santos, Marta Traba, Belisario Betancur y Fidel Castro, quien la acogió en Cuba en el exilio cuando su vida corría peligro en Colombia, en parte por su participación feminista y, más bien, creo que por estar rodeada de quienes criticaban y se oponían al gobierno en ese momento histórico del país.
Recordar hechos trascendentales de la historia colombiana y latinoamericana, que aún siguen dando de qué hablar, me hizo reflexionar: -siempre ha existido, y tal vez seguirán existiendo, personas que no están de acuerdo con la forma y las políticas que el gobierno de turno maneja. Siempre existirá la oposición y siempre existirá la opresión del establecimiento contra los opositores. En esta lucha por imponer control y poder, se aplicarán la persuasión, el destierro, el asesinato y la desaparición, “El fin justifica los medios y los muertos.”
Lo más sorprendente de toda la obra fue encontrar en la página 153 el relato de una conversación que sostenían en París, en 1982, Gabriel García Márquez y Enrique Santos sobre la izquierda colombiana, en la cual se expresa textualmente: Enrique y Gabo se habían enzarzado en una conversación sobre la izquierda colombiana, que no iba a conseguir un carajo mientras no dejaran de comerse entre sí como caníbales. Hoy en día, después de 43 años, parece que el canibalismo ha permanecido entre la izquierda colombiana durante mucho tiempo y continúa la depredación. ¡Los hechos hablan por sí solos! En la actualidad, en la izquierda se están devorando entre ellos mismos.
@lavozdelderecho