El futuro del básquet colombiano está en juego. La suspensión de varios equipos, entre ellos Titanes, no solo golpea a los clubes y a sus hinchadas, sino que amenaza con derrumbar todo el crecimiento que tanto le ha costado a este deporte. Justo cuando el básquet comenzaba a meterse en la conversación nacional, la dirigencia parece más enfocada en mantener el control, que en hacer crecer la liga.
En el caso de Titanes, tanto el equipo como la Federación han dado su versión. Pero hay algo que no se puede ignorar: el básquet en Colombia es un negocio privado, manejado por un grupo de asociados que toman decisiones sin intervención de nadie. Lo preocupante es que ahora parecen más interesados en cerrarle el paso a quienes han impulsado el crecimiento del deporte. Titanes venía dejando huella: en 2023 fue finalista de la Liga Sudamericana, en 2022 llegó a semifinales, y en 2021 y 2019 llegó a fase de grupos. Era el equipo para mostrar, pero para la Federación parece más importante hacer cumplir su “autoridad”, como si esto fuera la Serie A italiana, que aprovechar lo que Titanes le aporta al deporte.
El panorama es más complicado cuando vemos que en dos años han sido suspendidos a Cóndores, Titanes, Corsarios, Búcaros y Cafeteros. De 12 equipos posibles, ya han descartado a cinco; entonces el campeonato pasa de un formato competitivo a uno prácticamente recreativo: 7 equipos que jugarán entre ellos 10 veces hasta elegir a un campeón. Por eso muchos se cuestionan el tema, como el bloguero especializado Víctor García, quien recordó que en el pasado otros equipos también se han ausentado alegando problemas financieros, sin que tuvieran sanciones tan drásticas.
El básquet colombiano aún está en construcción, pero tienen dos torneos al año con costos operativos altos, por eso no es raro que algunos clubes se bajen una temporada por motivos económicos. Pero esta situación se agrava con la salida de equipos como Titanes, Corsarios y Búcaros, donde se pierden mercados como Barranquilla, Cartagena y Bucaramanga, debilitando los derechos de televisión y patrocinios, reduciendo el atractivo comercial del campeonato. También se diluye una afición que ha costado años construir; la emoción de ver a Titanes dominar en el Elías Chegwin, o a la selección Colombia enfrentando a Estados Unidos, es un recuerdo que ahora parece cada vez más lejano.
Cuando vemos que cuatro de los cinco equipos sancionados fueron los mismos que el año pasado cuestionaron la gestión de la Liga, es difícil no ver esto como una represalia. Si la Federación quisiera fortalecer el baloncesto en Colombia, su enfoque debería ser expandir el deporte, no aniquilarlo desde adentro. Hoy, parecen estar empeñados en pegarse un tiro al pie. Ojalá todas las partes puedan sentarse y que sea el baloncesto el que gane.
@miguelVergaraC