Cuando se enseñaba religión en las escuelas, aprendimos que el limbo era el sitio donde iban las almas de las personas que murieron sin bautizarse. Después, se hizo costumbre la expresión de “estar en el limbo” que es, ni más ni menos, como estar sin estar, como estar, pero como ausente. Como estar, pero sin darse cuenta de la realidad que sucede a nuestro alrededor. Algo así como ni bueno, ni malo, sino todo lo contrario.
Deportivamente, ese es el Junior de Luis Amaranto Perea hoy. Pareciera que estuviera en realidad aumentada inversa donde no se ve la realidad de lo que sucede. Es un limbo donde todo da igual si se gana, empata o pierde. Si se anotan goles o no. Si te eliminan o no.
El limbo en que está el Junior de Amaranto da para hacer declaraciones desacertadas, da para hacer alineaciones a la bulla de los cocos utilizando veinticinco jugadores diferentes en tres partidos, da para ensayar y ensayar eternamente formas y maneras de jugar al fútbol, da para contratar jugadores de muy bajo nivel, da para que el tedio invada a la hinchada rojiblanca.
En el Junior de Amaranto, si perdiste con América 3-1 bien, si ganaste a Envigado, con cadenas de oración de por medio, bien, y si empataste en un remedo de partido con Medellín, también.
A falta de dos partidos para terminar la tercera fecha de la liga, el Junior de Amaranto es décimo tercero en la tabla y ya parece que eso estuviera bien, que fuera normal.
Amaranto está sumido en un limbo donde todo resultado en la cancha da para filosofar, para rebuscar razones, mientras la realidad danza a su alrededor.
Está tan en el limbo que no se ha dado cuenta que su tarea, hoy más que nunca, es ganar la liga. Después de siete eliminaciones, clasificar ya no es gracia que es, ni más ni menos, el techo más alto al que ha llegado y del que se siente orgulloso, algo corroborado cuando dijo que “si lo habían eliminado siete veces era porque había clasificado siete veces”.
Insisto que el tema con Amaranto es que el limbo en que está sumido no le ha permitido darse cuenta que Junior es un equipo grande y en los equipos grandes hay que ganar títulos. Puedes ganar mil partidos en el año, pero si al final no ganas un título, el resultado es cero.
Alineaciones y partidos van y vienen, pero, hasta hoy, esta “nueva” apuesta de Amaranto tampoco tiene forma, no tiene sustancia, su Junior sigue en el limbo. Que apriete, que hasta Don Fuad se le va a aburrir…