Nuestra especie tiene aproximadamente 7.000 expresiones faciales en el repertorio evolutivo, de las cuales, la sonrisa social desempeña un papel muy particular, pues nos permite mentir acerca de los sentimientos internos. Es esta una sonrisa diferente a la sonrisa de placer genuina porque se producen y comprometen grupos musculares distintos. La sonrisa espontánea surge del cerebro inconsciente y es automática, mientras la sonrisa social se origina en la corteza consciente y es voluntaria.

La expresión de las emociones es muy similar en todas partes, lo que quiere decir que los circuitos que las producen están bien afincados en el cerebro y no son moldeadas culturalmente. Dentro de las expresiones básicas de los seres humanos están la tristeza, la felicidad, la aversión, el enfado y el miedo. Las emociones sirven para ayudarnos a manipular, a influenciar o abusar de las personas.

Hay una condición particular que se conoce como alexitimia, que consiste en que las personas pueden sentir emociones pero son incapaces de expresarlas, lo cual puede surgir cuando existe un trastorno de las conexiones neuronales entre las áreas del procesamiento emocional consciente y las áreas del cerebro que controlan la expresión facial y el habla. Los módulos del habla están en el hemisferio izquierdo, y si hubiera una desconexión entre esta área y el cerebro emocional podría resultar que el individuo se expresa con un habla monótona que no transmite nada y debe agregar otras expresiones para hacerse entender.

En el cerebro emocional –cerebro límbico, que es inconsciente– hay un par de áreas conocidas como las amígdalas –diferentes a las de la garganta– que son especialmente sensibles al miedo, la izquierda es más sensible a la expresión vocal del interlocutor, mientras la derecha lo es a la expresión facial. De tal manera que aquellas personas que tengan amígdalas muy sensibles podrían sentirse ofendidas con facilidad, mientras que las que reaccionan de manera menos enérgica lucen como indiferentes.

Como es conocido, los niños no controlan sus emociones porque los cables que llevan las señales de la corteza al cerebro emocional deben madurar, específicamente aquellas neuronas donde se da el procesamiento racional de las emociones, lo cual se logra con la adultez. Esta madurez en la corteza cerebral puede, por supuesto, acelerarse con el uso, sobre todo mediante un proceso que tienda a lograr que esas emociones puedan expresarse sin temores o manipulaciones. Qué tan infantiles o qué tan adultos somos para la toma de decisiones maduras en la vida depende de esa educación.

Estas elecciones deben dejarnos un diagnóstico bien claro sobre cuánto hemos madurado para escoger a las personas que deban sacar adelante un país que ha demostrado ser más emotivo que racional y que es fácilmente manipulable. La madurez cerebral nacional se verá en las urnas.

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