Ángela María Robledo ha sido considerada, en varias oportunidades, una de las mejores congresistas de Colombia. Es psicóloga, profesora, fue decana de la facultad de Psicología de la Universidad Javeriana, ha militado en el partido Verde, es serena, firme y de mirada sincera. Yamid Amat es un reconocido periodista, ha sido director de varios medios de comunicación, actualmente es el director de CM&, ha ganado importantes premios de periodismo y ha sido condecorado en varias ocasiones.

En el último episodio de su programa Pregunta Yamid, Amat entrevistó a Ángela María quien por estos días participa en la contienda electoral como candidata a la vicepresidencia de Gustavo Petro. Aunque trataron varios temas, hubo uno en particular que merece un especial análisis: el entrevistador se interesó en un aspecto de la candidata, el aspecto de su participación política por el hecho de ser mujer y su posición en relación a la representación de los intereses de las mujeres.

Ángela María se movió con soltura, conoce el tema. Contó que la cotidianidad y la cultura ponen a las mujeres en un lugar determinado, así que cuando se llega a hacer política se llega con una visión determinada. Habló de todo lo relacionado con la economía del cuidado, eso que tiene que ver con la manera como las mujeres contribuyen con el crecimiento económico a partir de cuidados que no son remunerados. Cuidar de los niños, lavar la ropa, lavar los platos, cocinar los alimentos, cuidar de los enfermos, de los ancianos.

Yamid, con mucha seguridad interpeló a su invitada, “Esa política suya no es feminista”, le dijo. Ángela María volvió a explicarse un poco más, pero Yamid otra vez dio una estocada: “Yo sigo insistiendo en que las posiciones suyas de defensa de los derechos de la mujer no son exactamente feministas, es decir, para mí, con todo respeto, una cosa es ser feminista y otra es defender el derecho a la equidad de géneros, yo los defiendo y yo no soy feminista”. Ángela María se sonrió y dio su respuesta. Le dijo que una cosa va atada a la otra, le explicó qué es la perspectiva feminista y cómo desde ese lugar se pueden reivindicar otros derechos.

La conversación fue interesante, sin duda. Pero llama poderosamente la atención que, pese a todo, sean los hombres los que sigan intentando construir las categorías y sus significados. Yo no diré que Yamid Amat es un machista obsoleto ni pretendo hacerle un juicio político por su atrevida pretensión de ser él quien enunciara la identidad feminista de la mujer que entrevistaba; pero sí diré que los tentáculos del patriarcado se revelan por todos lados.

Más que eso, queda en la mesa el escozor que sigue causando el feminismo. La palabra asusta tanto que la alejan de su significado –“usted no es feminista, usted solo busca la equidad entre hombres y mujeres”– para convertirla en otra cosa. En feminazismo quizá, en una suerte de venganza contra los hombres, en “ahora las mujeres quieren ser como los hombres”, o cualquier absurdo que pervierta su esencia.

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