Muchos columnistas del país, entre ellos nosotros, hemos venido insistiendo en que las cifras que arrojan las entidades especializadas sobre desempleo son estadísticas amañadas, corregidas, preparadas, manipuladas. Recientemente se ha publicado que en el Atlántico y Barranquilla, en particular, el desempleo aumentó y que la informalidad llega al 54%. Detrás de estas afirmaciones y cifras se encuentran el Dane, algunos centros especializados en el sector financiero –por cierto, muy respetables–, entidades cuya especialidad son las medidas, cuestionarios, porcentajes, encuestas, previsiones. Son las famosas captadoras de opinión, algunas muy serias otras realmente precarias en sus diagnósticos. No lo decimos ahora nosotros: lo demostraron con los resultados de los últimos comicios electorales.

Pero basta de la divulgación de tantos errores seguidos. ¿Qué tanto buscan? ¿Engañar al país? ¿Mostrarnos una realidad que no existe, que es mucho más cruda y nos avergüenza? No, se impone una labor más seria y para ello no basta tanto anuncio y mucha publicidad: basta salir a dar una vuelta, a caminar simplemente por las calles de las grandes capitales del país para que veamos la avalancha de desocupados, muchísimos de ellos dedicados al rebusque, a lo que caiga, a lo que llegue, a lo que se invente o a robar. El hambre no respeta valores y mucho menos conductas. La informalidad se tomó a Colombia y hoy en día afirmar académicamente que dentro del registro de personas empleadas se cuentan los informales es sencillamente un despropósito incalificable.

Para estudiar un solo ejemplo en ciudades, pueblos y veredas: ¿Cuántos mototaxistas hay en el país? ¿Usted cree, amable lector, que ese mototaxista en su mayoría paga impuestos, está afiliado a un seguro, tiene asistencia mínima laboral y de salud? ¿Puede llamarse empleado a una persona que casi siempre violando todas las normas de tránsito como lo vemos a diario cada minuto, a la intemperie, al libre albedrío de un destino marcado por la inseguridad, el oportunismo y la audacia, puede esa persona registrarse en las estadísticas como empleado formal, con prestaciones sociales, con garantías, seguridad, estabilidad, con alguna ilusión lógica de progresar no teniendo más pared frente a sus ojos que levantar el sustento diario de una familia?

No. El desempleo en el país llega a más del 60 % de las personas hábiles para trabajar, vamos a remitirnos como referencia al aumento del Sisben, a los pocos cotizantes a pensiones, a la presunta fuga tributaria para una Dian devoradora que cada día busca más aportantes. Hagamos ejercicios prácticos: en cualquier sitio de Colombia preguntemos a un transeúnte con pinta de desocupado si está de rebusque o tiene un trabajo formalizado. Hágalo usted, lector, inténtelo. Nosotros lo hemos realizado en varias oportunidades y a los pocos que nos contestan –porque algunos nos miran con desconfianza– le hemos escuchado que están informales en determinada actividad y que este gobierno de M... no hace sino engañarnos publicando cifras que son una mentira, lo dicen así de frente porque todos tienen en la mente y en la boca la expresión más dura para echarle la culpa a quien ellos suponen es el autor de este perjuicio y de todos los males que hay en el mundo.