El magnifico alcalde del Municipio de Soledad en el Atlántico recientemente acaba de impartir dos instrucciones novedosas para los alumnos de los colegios de su jurisdicción, instrucciones que han levantado muchos comentarios, algunos científicos y acertados, otros livianos y pasionales como muchos de los que usamos los costeños, y otros llenos de expectativa para ver “como resulta el ensayo”. Las dos directrices que ya se están aplicando son, en primer lugar, que se suprime hacer las tareas en casa. Es decir, que los profesores no pongan a la juventud labores para desarrollar donde viven. Y lo segundo es que los alumnos puedan llegar más tarde a los colegios, es decir, no hay necesidad de madrugar tanto.

De entrada manifestamos que el tema es de mayor alcance de lo imaginado y que no estamos de acuerdo con esas medidas. Tampoco sabemos en cuáles tesis se sustentó el brillante alcalde de un municipio que él mismo está transformando, porque lo encontró completamente envilecido y corrupto hasta sus más profundas raíces. Los medios de información argumentaron que la tesis del doctor Herrera era que hacer tareas en casa limita la disposición de los ratos libres de la juventud para compartir en familia y que descansaban más despertándose entrada la mañana para evitar la somnolencia dominical que estigmatiza las primeras clases.

Nada más equivocado que las dos teorías ya puestas en práctica. Científica y académicamente está demostrado que la madrugada no solamente hace rendir más el tiempo para el resto del día, sino que acostumbra al niño a poner todo su empeño en buscar un día productivo en rendimiento. Y por otra parte, eliminar las tareas en casa predispone a la juventud a un mayor ocio en una época en que, por el contrario, se requiere iniciar a la juventud en mayores aprovechamientos culturales, deportes y expresiones artísticas, por ejemplo, y enseñarles en casa que las obligaciones son un principio de vida.

La disciplina, el cumplimiento de obligaciones y el consentimiento del deber nunca han reñido con el desarrollo de la personalidad y la formación de la juventud. Precisamente la falta de una educación centrada en la disciplina es lo que tiene a la gran mayoría de la juventud de hoy díscola, desorientada, frívola, proclive a la droga. La disciplina está llena de valores y la juventud de hoy no está conociendo estos caminos. La moral es para millones de jóvenes hoy día un concepto exótico y los valores humanos que antes se enseñaban en casa hoy semejan figuras de museos: para verlos de lejos y mostrarlos en un folleto.

De pronto la corrección de las tareas en casa podría mejorarse poniendo al niño a no comprometer a sus padres en ayuda por lo complicadas que puedan ser. Pero disciplinarlos a madrugar y saber que al llegar al hogar se deben poner a estudiar en vez de irse al parque a fomentar vagancia, es casi un modelo universal en la formación de la juventud. Hay que ver lo que está llegando a las universidades. No todos, pero miles de seres iniciando estudios acostumbrados a tener la vagancia y la ausencia de valores como estandarte permanente de sus vidas. Y la flojera e ignorancia como retratos vivos.