Neutralidad en la red. Un concepto que pareciera que no tiene nada que ver con nosotros, un concepto lejano, un concepto que pocos entienden, pero un concepto que terminará por cambiar para siempre la manera como consumimos internet. Este jueves la Comisión de Comunicaciones de los Estados Unidos de América (FCC) tomó la decisión de ponerle fin a seguir regularizando la red, y la comunidad cibernética entró en absoluto caos.

Y no es para menos, pues lo que esta polémica medida dicta es que, a partir de ahora, los proveedores de internet tendrán el poder de alterar la velocidad de algunas páginas, cobrar por el acceso a otras, y, por ende, eliminar la noción de que el mundo del internet es un mundo libre e igualitario. En la era del expresidente Barack Obama, se consagró que la FCC debía regular la red para que las multinacionales que se encargaban de proveer este servicio no acabaran apoderándose de su dinámica. Sin embargo, la era del presidente Donald Trump es una muy distinta, una en la que curiosamente pareciera que para lograr que ‘América sea grande otra vez’, hay que hacer que los grandes se vuelvan más grandes, y que los pequeños sigan convirtiéndose en víctimas del sistema.

Muchos se estarán preguntando, ¿y eso qué tiene que ver con Colombia? ¿y eso qué tiene que ver con nosotros? Aunque el ministro de las TIC, David Luna, dejó claro en sus redes sociales y a través de declaraciones en distintos medios de comunicación, que en nuestro país el tema de mantener la neutralidad en la red es algo que está pactado desde el 2011 y que el gobierno seguirá luchando por mantener la igualdad y la libertad del internet, sigue siendo preocupante que una superpotencia como lo es Estados Unidos, una que siempre ha defendido estos valores y de la que, querámoslo o no, dependen muchas de las posiciones que asumimos como nación, hoy se encuentre tomando este tipo de decisiones. Decisiones que alejan aún más a los pobres de los ricos, a los informados de los desinformados, y a los educados de los que permanecen en la ignorancia.

Es por esta razón que el tema es tan crucial, pues a partir de ahora, en Estados Unidos, y temo que esto repercute en distintos países que anteriormente temían tomar esta medida, no habrá un internet para todos. Habrá uno para quienes puedan pagar más y otro para quienes no puedan pagarlo, y, por ende, habrá una parte del mundo que estará mejor informada, que hará parte de una comunidad que ya se ha vuelto imprescindible para el día a día de los que consumimos internet, y otra que permanecerá a oscuras, en la desinformación, y apartada del mundo moderno.

Y así como privatizaron la tierra, el agua, los recursos naturales, la educación y los servicios básicos, así mismo ahora privatizan el internet, creando fronteras invisibles que separan a los seres humanos entre los que tienen con qué y los que no tienen, entre los que nacieron en cunas afortunadas y los que carecen de lo básico, y entre los que tienen poder y los que jamás tendrán voz. Logrando que cada vez más se potencialice la discriminación económica y, cada vez, sea más difícil mejorar la calidad de vida de quienes nacieron sin oportunidades.

Porque en este mundo todo tiene un precio, y el internet no podía ser la excepción.