Dos mujeres es un drama con elaborados visos de comedia. Está dirigido por Martin Provost, quien se ha concentrado previamente en personajes femeninos con Violette (2013) y Séraphine (2008).
En esta ocasión trata el caso de dos mujeres que se dejaron de ver durante 30 años y se reencuentran bajo peculiares circunstancias. Aunque aparentemente no pasa mucho, el valor del filme se centra en el desarrollo psicológico de cada uno de los caracteres, complementados con excelentes actuaciones de dos de las artistas más respetadas del cine francés.
Catherine Deneuve interpreta el rol de Beatrice, una mujer de unos 70 años sin hijos, que se ha relacionado con diferentes hombres, por lo general casados, para poder sobrevivir y mantener sus sofisticados gustos. Uno de tales caballeros fue el padre de Claire (Catherine Frot), una madre soltera alrededor de los 50, que ha dedicado su vida al trabajo de partera en una pequeña clínica de maternidad próxima a cerrar, ante la imposición de las grandes entidades de salud con sus nuevas tecnologías.
Después de muchos años de ausencia, Beatice aparece buscando a la hija de su examante, pero Claire no se siente dispuesta a restablecer contacto con quien abandonó a su padre años atrás. Las telarañas del pasado pesan demasiado. Sin embargo, ciertas revelaciones hacen que se vea forzada a permitir el acercamiento, y a partir de ello se revela la historia que se ha tejido entre las dos.
Mientras Claire se muestra callada y retraída, con hábitos muy restrictivos: no toma, no fuma, no come carne roja y evita los conflictos, Beatrice es habladora, comunicativa, impulsiva, y le gusta el cigarrillo y el licor. Aunque tales características parecen definir polos opuestos, a medida que se desarrollan la narrativa, nos damos cuenta de que en el fondo hay más similitudes de lo que creíamos.
Paralelo a los encuentros entre las dos, se muestra la relación que mantiene Claire con su vecino Paul (Olivier Gourmet) y con su hijo Simon (Quentin Dolmaire), víctimas también de esa rigidez que paulatinamente empieza a ceder, producto de los cuestionamientos que le provocan las expresiones espontáneas de Beatrice.
El título original de la cinta, Sage Femme, que quiere decir mujer sabia, rinde homenaje a lo que realmente representa. Solo la sabiduría y la sensatez ayudan a superar rencores del pasado, relevando el tema de fondo que tiene que ver con el perdón y la redención.
Aunque Beatriz se muestra inmadura y dependiente, Provost logra mostrar la madurez que va adquiriendo la relación entre estas dos mujeres cuyas vidas se manejan en una especie de juego entre el pasado, el presente y un nebuloso futuro.
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