Un artículo recientemente publicado en el Financial Times le atribuye a Noam Chomsky la observación de que si se quiere saber en qué invertir a largo plazo se debe mirar qué investigación científica está financiando el National Institute of Health (NIH) de los Estados Unidos o Darpa, la agencia del departamento de Defensa de ese país que administra proyectos avanzados de investigación científica.
En el mismo artículo se hace referencia al trabajo de la economista Mariana Mazzucato, que sostiene que muchos de los desarrollos que han hecho posible el crecimiento y consolidación de grandes corporaciones en el sector de alta tecnología y el farmacéutico, por ejemplo, no provienen de investigación financiada por dichas empresas o por el sector privado sino de la que ha financiado el gobierno a través de Darpa y el NIH, que contribuye con el 40 por ciento de la investigación en la que se basa el desarrollo de la biotecnología y de los medicamentos que hoy mantienen a las personas mayores en buen estado de salud (Mark Blyth, “America tampers with the Chomsky trade at its peril”, agosto 24 de 2017).
Mazzucato ha revelado que la mayoría de los componentes de un iPhone fueron originalmente concebidos para el departamento de Defensa. La plataforma que le da conectividad con Internet, la pantalla interactiva y el GPS, por ejemplo. Recientemente The Economist llamó la atención de que durante muchos años los gobiernos financiaron investigación en física cuántica sin prever o esperar que el resultado de esa investigación daría lugar a productos comerciales. La sorpresa ha sido que ha hecho posible la innovación de los computadores cuánticos.
Lo que se siembra ahora en investigación y desarrollo se cosecha mucho más adelante en innovación, diversidad y complejidad de la economía, en otras palabras, en desarrollo económico y social, valor agregado y en capacidad exportadora, ahora muy limitada quizás por no haberle prestado atención a la investigación. Esta es una preocupación que ha venido ventilando Moisés Wasserman desde hace rato, la última vez en El Tiempo en un artículo en el que nos hace caer en cuenta que mientras que la investigación financiada por Colciencias asciende en el último presupuesto a un dólar y medio anual por habitante, en Estados Unidos es superior a USD1.400 por habitante y en Singapur a USD1.800 por habitante (“La locomotora con motor de moto”, agosto 25 de 2017). Con esa inversión microscópica vamos es de para atrás, más si se tiene en cuenta que no se está invirtiendo propiamente en investigación sino en formar PhDs que no van a contar con los recursos para hacer buen uso de lo que están aprendiendo.
El Gobierno ha decidido quitarle al financiamiento de la investigación recursos provenientes de las regalías para la financiación de vías terciarias y otras necesidades que surgen en el posconflicto. No me atrevo a criticar esa decisión de quitarle recursos al futuro para financiar el presente, aunque pienso que hubiera sido mejor acudir a otras fuentes de financiación. Lo importante es que se rectifique muy pronto el curso y se le otorgue a la inversión en ciencia y tecnología la importancia que le corresponde.