Hemos estado acostumbrados a las comodidades que ofrecen los aeropuertos: salas de espera espaciosas, plazas de comidas, algunos hasta con vista al mar –como el Simón Bolívar de Santa Marta-, todos en grandes ciudades, sin embargo, pocos sabrán que en un rincón del Cesar se despachan vuelos comerciales pero de una forma un tanto distinta, en modestos espacios que tienen como protagonista al palo de mango.
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El escenario al que se hace referencia tiene lugar en el municipio de Aguachica, en el Cesar, es el Aeropuerto Nacional de Hacaritama, una terminal no muy conocida pero bastante particular.
Hacaritama a parte de su pista de despegue solo cuenta con una pequeña edificación que se divide en dos salones: una en la que chequean el equipaje de manera manual pues aquí no hay espacio para una banda electrónica.