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El venezolano Alexis Johan Abreu Gómez cumplía una detención en los calabozos de la Unidad de Reacción Inmediata de la Fiscalía en Valledupar por porte de estupefacientes, cuando un pastor de la iglesia cristiana llegó al lugar para evangelizar a los reclusos que allí se encontraban, pidiéndoles que se alejaran del camino del mal y buscaran a Dios.

En medio de la charla les contó lo difícil que estaba la sociedad y sacó un recorte de periódico que daba cuenta del asesinato a bala de un ‘hermano’ de la iglesia; se trataba de Guillermo Antonio Buitrago, comerciante del Mercado Público en esta capital, de 28 años. Enseguida Alexis Abreu rompió en llanto y no pudo contener más el remordimiento que llevaba desde meses atrás, confesando al religioso que él lo había matado.

Tras el crimen del comerciante ocurrido el 16 de abril de 2018, la prensa local publicó la noticia, señalando que habían asesinado de un tiro en la cabeza a un próspero hombre de negocios en el Mercado Público de la ciudad, padre de familia y miembro de una iglesia cristiana.

Desde ese momento empezó el arrepentimiento de Abreu Gómez, quien terminó después aceptando el homicidio ante la justicia, luego de varios meses de darle vueltas en la cabeza lo que consideró como el gran error de su vida. Dijo que cometió el crimen por encargo de otras personas, una de ellas también comerciante del Mercado, quienes le habían hablado mal de Buitrago, ofreciéndole 500 mil pesos por ejecutarlo.

'No lo conocía, unas personas me ordenaron asesinarlo, me hablaron cosas malas de él, y me ofrecieron 500 mil pesos; yo pensaba que eso era mucha plata, porque a duras penas me ganaba 15 mil pesos diarios recogiendo cartón y plástico para mandarle a mi familia. Pero cuando vi el periódico me di cuenta que era una persona buena, evangélica, y la palabra dice ‘Ay de aquel que se meta con uno de mis hijos'.

Sostuvo que durante los cuatro meses siguientes estuvo a punto de llegar a donde la viuda del comerciante y contarle lo que sucedió, pero no tuvo el valor. Después terminó en los calabozos de la URI, y luego de que el pastor sacara el recorte del periódico, no pudo contenerse, relatando la verdad, en medio de lágrimas.