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Andrés David Fuentes Yepes murió sin cumplir los sueños de alcanzar un alto grado en la Policía Nacional y ‘montarle’ una droguería a su mamá en la casa del barrio Villa Jaidith, al sur de Valledupar. Ayer fue sepultado luego de una ceremonia religiosa en la que recordaron su calidez humana, su vocación de servicio y la amargura del atentado a la Escuela General Santander el pasado 17 de enero, a la que había regresado hacía 9 días para continuar sus estudios como cadete.

Yalith Herazo Niño, una de sus amigas más cercanas y comadre, señaló que 'no hay palabras para definir como era él' y con llanto recordó que 'cada vez que regresaba de la Escuela venía a ver a su ahijado, le llegaba con sus detalles y cuando se iba me decía que cuidara mucho al niño. Era excepcional y siempre que uno lo necesitaba respondía que contáramos con eso'.

Andrés David fue uno de los 12 heridos del atentado, primero recluido en el Hospital Central de la Policía y posteriormente ingresado a la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica Simón Bolívar, en Bogotá. Tenía quemaduras en el 58 por ciento de su cuerpo, había perdido un ojo y lo someterían al proceso de amputación de una extremidad inferior. El viernes 8 de enero falleció.

'Es un hecho triste y lamentable, pero esto nos da fortaleza para seguir adelante, contrarrestando todos estos actores criminales que tiene el país', indicó el general Juan Libreros, director de escuelas de la Policía Nacional y quien estuvo al frente del traslado del cuerpo a Valledupar y los honores en el sepelio de Fuentes Yepes.

Sus padres y hermanos se cubrieron de llanto al darle el último adiós. Sus amigos llegaron en romería hasta la casa en la que tanto tiempo compartieron juntos. Los recuerdos afloraron empapados por la nostalgia.