Jorge Luis Fernández es uno de los cientos de fieles que cada lunes Santo llega a la Iglesia Inmaculada la Concepción en Valledupar, para manifestar su fe al Santo Ecce-Homo, patrono de esta ciudad. Dice que es milagroso, y lo afirma con testimonio propio. 'Le pedimos hace dos años que sanara a mi nieta que estaba enferma, y la niña que tenía una afectación en el estómago se curó'.
'El Ecce-Homo mueve muchas multitudes por la devoción de quienes creemos en él. Toda mi familia es creyente en él, y en su día, que es el lunes Santo, asistimos a las misas y participamos en la procesión', sostuvo este abogado en señal de gratitud con el patrono de los vallenatos.
Como él, Flérida Márquez, otra creyente, afirma que 'son muchas las bendiciones que he recibido de Santo Ecce-Homo. Todos los años vengo a la misa, como lo hacen las personas que creen que existe un Dios y que a través del Ecce-Homo, lo tenemos presente en esta tierra'.
Los testimonios abundan como los milagros que se le atribuyen a Santo Ecce-Homo, que en castellano significa ‘He aquí el hombre’. Cientos de fieles asisten a la iglesia Inmaculada Concepción, a un costado de la plaza Alfonso López, desde las cuatro de la madrugada y hasta las cuatro de la tarde de cada lunes Santo, para venerar al Ecce-Homo. Este lunes la eucaristía a cargo del obispo Óscar José Vélez Isaza, fue masiva, al punto que la capacidad del templo fue insuficiente, por lo que muchos debieron escucharla desde la parte externa, al frente y a un lado, a través de pantallas gigantes.
La imagen de Santo Ecce-Homo, en la tarde, luego de una misa campal, es cargada por las calles céntricas con una multitud a su alrededor, fieles que pagan penitencias, hacen promesas y piden favores. La romería es integrada por gente de diferentes latitudes de la Región, que llegan para sumarse a la devoción del patrono de Valledupar.
Algunos llevan a sus hijos pequeños para ofrecerlos al patrono, para que los cuide y proteja, y estos a su vez, continúan la tradición.
Sobre Santo Ecce-Homo existe una leyenda que relata que un día llegó a Valledupar un hombre de tez negra, indicando ser artesano, pidió que lo dejaran encerrarse en la antigua catedral para crear una escultura, a cambio solo pidió agua y pan.
Pasado el tiempo, y al ver que el extraño no salía, el pueblo preocupado decidió entrar, al revisar, aquel artesano había desaparecido y solo encontraron la imagen, que desde entonces es Santo Ecce-Homo.