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El favor que le pidió una amiga, de ir a cuidarla a su casa ubicada en el barrio San Andrés, en Mocoa (Putumayo), debido a una incapacidad médica, sería lo que salvó la vida de la valduparense Wendy Paola Carrillo Leal, de 20 años.

El desbordamiento de tres ríos a la medianoche del pasado viernes 31 de marzo, tras inclementes lluvias en la región andina, arrasó con 17 barrios de dicha ciudad y ha dejado hasta el momento 301 muertos, 332 heridos y un sin número de personas desaparecidas.

Con el fin de buscar oportunidades de empleo, la joven valduparense decidió radicarse en la capital del departamento de Putumayo a mediados del 2012; tiempo después se casó con un mocoense, y empezó a administrar un almacén de calzado, donde labora actualmente.

Con la voz entrecortada, Wendy relató a EL HERALDO, cómo fueron los angustiosos momentos de la noche del viernes, día que ha considerado ella, como el inolvidable 31 de marzo.

Cuando salió del trabajo, estaba tronando muy fuerte

Por motivos laborales, su esposo hace más de 20 días tuvo que viajar a Medellín, por lo que se encontraba sola en su vivienda ubicada en el barrio La Loma, 'Diana, una amiga que tengo acá desde que me vine de Valledupar, me llamó la tarde del viernes, me pidió el favor de que fuera a acompañarla y a cuidarla, porque está recién operada. Decidí irme a pasar el fin de semana con ella. Cuando llegué a casa de mi amiga, tenía ganas de llover y estaba tronando muy fuerte, de un momento empezó a serenar pero normal, hablando con mi amiga y su esposo, se hicieron como las 10:30 de la noche, nos fuimos a acostar, pero yo me quedé chateando con mi esposo y revisando el Facebook, empezó a llover demasiado fuerte, me puse muy nerviosa'.

'A lo lejos se escuchaban como unos tambores muy fuertes'

Recuerda que, una vez empezó la lluvia, se paró a recoger agua, y alrededor de las 11:30 de la noche, todos empezaron a orar, porque no podían dormir. 'Estaba muy nerviosa, a lo lejos yo escuchaba como unos tambores muy fuertes, que con el pasar de los minutos iban como acercándose, ahora entiendo que eran las piedras que venían bajando', expresó.

Vecinos de su amiga Diana, a eso de la 1:30 de la madrugada del sábado, salieron a avisarles a los demás que se había venido una avalancha. Aunque la valduparense estaba despierta, de los nervios no dio para pararse, en ese instante la energía eléctrica fue suspendida, 'escuchaba mucho ruido pero no me paré de la cama. A las 3 de la mañana me llamó mi esposo, me preguntó que como estaba, lo noté muy nervioso y estaba llorando, y empecé a preocuparme más, creía que le había pasado algo a él, me dijo que me calmara que acá en Mocoa había pasado una avalancha, y no se sabía que daños había ocasionado, yo salí corriendo a llamar a mi amiga, no había luz, todo fue caos de ahí hasta acá, solo se escuchaban gritos, no podíamos salir a la calle porque llovía muy fuerte y todo estaba oscuro, entre los vecinos nos gritábamos para saber que todo estaba bien', afirmó.

El amanecer del sábado…

Durante todo ese tiempo, la lluvia nunca cesó, 'nadie nos decía por dónde estaba pasando la avalancha, solo escuchábamos el sonido como de ese tambor muy lejos, fue horrible todo. Pensábamos que en cualquier momento el agua se iba a meter y a llevarse la casa, porque la lluvia nunca paró, fue la madrugada más larga', indicó Wendy Paola.

Una vez el sol intentaba salir en medio de un leve sereno, en compañía del esposo de su amiga, decidieron ir a su casa, en el barrio La Loma, el panorama era desolador, los sobrevivientes salían a percatarse de la magnitud de esta tragedia, árboles en el suelo, lodo por todos lados, vehículos volteados y enormes rocas en la mitad de las calles. Afortunadamente su vivienda aún estaba en pie, y no sufrió afectaciones graves, a diferencia de una ubicada en la esquina, que le cayó un árbol encima.

Todo empieza a escasear en Mocoa

Aunque el Gobierno Nacional está haciendo el respectivo acompañamiento a las personas afectadas por esta tragedia que enluta a Colombia, en estos momentos no hay agua potable, energía eléctrica y gas; aunque los alimentos entran con normalidad, los precios son elevados, lo que ha ocasionado que muchos se aprovechen para lucrarse de las ayudas que están entregando a quienes en realidad lo perdieron todo, según manifestó la valduparense.

'Hoy (ayer) empezamos a trabajar, pero solo hasta las 5 de la tarde, porque como no hay luz, es peligroso, hay supermercados que no han abierto, otros atienden por unas ventanitas y así, en las droguerías todo empieza a escasear, huele muy feo, por los cuerpos que aún no han alcanzado a rescatar y que están en medio de las piedras y de los troncos, hay muchos chulos volando por acá, hay una tristeza horrible en la ciudad. En el almacén que yo administro, ha llegado mucha gente a pedirme ayuda, a pedirme comida o zapatos y en lo que hemos podido ayudarles lo hemos hecho, hay muchos niños huérfanos en las calles', aseveró.

Su familia en Valledupar quiere que regrese

Marlene Leal Lizcano, madre de Wendy Paola, en diálogo con este medio de comunicación, afirmó que no ha tenido tranquilidad durante estos días, debido a las posibles amenazas de una nueva avalancha, 'yo descansaría con que ella se viniera, estos días han sido de angustia, no hemos dormido ni comido bien, sabiendo cómo está todo eso por allá, ella dice que no se puede venir porque allá tiene su empleo, y acá en Valledupar es difícil conseguir uno, además si se viene corre el riesgo de que se le roben las cosas, pero así como está todo es mejor que se venga'.

Además, para esta mujer de 49 años, y quien reside en el barrio Las Acacias, al noroccidente de la capital del Cesar, la enseñanza que toda esta situación les deja, es inexplicable, 'solo puedo decir que Dios es tan grande y poderoso que siempre nos protege de todo peligro'.