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Han pasado 15 años desde que Consuelo Araújo murió en cautiverio en poder de las Farc. Ayer, para conmemorar este aniversario, su familia, amigos y miembros de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata le llevaron una ofrenda floral a su tumba en el cementerio central de Valledupar y acto seguido su vida, anécdotas y obra fueron contadas en un conversatorio en la biblioteca Rafael Carrillo Lúquez.

En el encuentro, que tuvo como moderador al vicepresidente de la Fundación, Efraín Quintero, participaron su hijo Andrés Molina; su hermano Jaime Araújo; y su amigo Camilo Cano, quien destacó la cercanía que tuvo La Cacica, como llamaban a Consuelo, con la casa editorial El Espectador y su amistad con Guillermo Cano, entre otras vivencias y legado.

Consuelo, hija de Santander Araújo y Blanca Noguera, era la menor de ocho hermanos, cuatro varones y cuatro mujeres. Desde muy niña ya demostraba su inquietud por la literatura.

En el bachillerato se fundó en Valledupar una emisora a la que Consuelo se vinculó, y empezó lo que más tarde quería ser, una escritora.

Andrés Molina recordó la crianza y las enseñanzas que como madre le transmitió a sus hijos; y la templanza para corregirlos cuando cometían cualquier travesura de niño, enseñándoles valores y principios.

Rodolfo Molina, otro de sus hijos, y presidente de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, evento que ella creó junto con Rafael Escalona y Alfonso López Michelsen, sostuvo que 'queremos volver a recordar ese trabajo incansable que hizo Consuelo en defensa de sus convicciones.