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Resulta obvio e imperante suponer que el título de esta nota, asociado a las aspiraciones de muchos jóvenes colombianos, parezca una tendencia endémica. En Colombia, cuando se es mayor de 40 años, la opción de conseguir un empleo parece despertar el deseo de volver ser joven ante la inconveniencia de no ser contratado por ser viejo. Es una encrucijada sui géneris del sistema laboral, donde a la inversa de otros países, prefieren el vigor androgénico de los jóvenes, que la experiencia valetudinaria de los viejos. En un país inclusivo el trabajo no es un privilegio, es un derecho. En consecuencia, ¿qué se espera de los jóvenes en Colombia que no tienen ni lo uno ni lo otro? Urge un plan de simplificación administrativa que elimine de una vez por todas la mentada hoja de vida con “efecto invernadero” ya que los jóvenes declinan sus expectativas en la espera de un llamado que nunca llega. En USA, pudiéramos decir, que los jóvenes de “la primera línea” son los que cuentan con un trabajo; con solo llenar una aplicación simple, y breve, a los dos o tres días reciben el llamado.

En condiciones tan enajenantes, y por la negación de tan importante derecho, el joven termina convencido de que su vejez le llegará acompañada de un verdadero calvario. Es un tanto incomprensible como lamentable, escuchar a esos jóvenes entre los catorce y veinticinco años, manifestar su inconformidad con marcado resentimiento e impotencia: -No me gusta este país-, expresión que por simple que parezca despierta el verdadero dolor de patria. Consecuencia de ello es que los de izquierda roban con un poco de compasión por los más jodidos; mientras que los de derecha lo hacen sin compasión alguna.

Mientras la corrupción, aún en “sus justas proporciones” continúe su ingesta criminal, los ricos seguirán siendo los “yo también”, y los pobres “los yo tampoco”. Me explico: Un rico le dice a otro: Acabo de llegar de Europa. La respuesta es, yo también. Mientras que un pobre le dice a otro: No tengo para pagar el arriendo; la respuesta es, yo tampoco...y uno se pregunta: ¿hasta dónde el dinosaurio de la corrupción y la desigualdad seguirá creciendo? La respuesta parece estar en las historias donde al final se lee... continuará...

Punto y aparte: Ni para qué jactarse de que Colombia es rico en recursos humanos; si los humanos se roban los recursos.

Beto Cross

beto75@aol.com