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Cartagena de Indias, una de las ciudades colombianas más golpeadas por el coronavirus, empieza a ver la luz al final del túnel gracias a un modelo integral que combina la vigilancia epidemiológica, la educación y la atención reforzada en salud mientras la pandemia crece en otras partes del país.

La vigilancia epidemiológica abarca la toma de muestras, el seguimiento y rastreo de los contactos, cercos epidemiológicos, educación y pedagogía, complementada con un servicio de salud que incluye atención hospitalaria y domiciliaria.

La directora del Departamento Administrativo Distrital de Salud (Dadis), Johana Bueno, explica a Efe que 'en lo referente a la atención hospitalaria en las unidades de cuidados intensivos (UCI) tenemos un plan de expansión que consiste en ampliar nuestra capacidad que a la fecha está en el 73 %'.

Sin embargo, Bueno enfatiza en que los esfuerzos se centran en la contención del foco y en evitar que los pacientes lleguen a las UCI mediante una atención domiciliaria que incluye la entrega a algunos de ellos de oxígeno en casa y de un pulso-oxímetro que monitorea su respiración 'para que la enfermedad no avance a un estado inflamatorio'.

La atención de la COVID-19 está centralizada en el Dadis, donde trabajan de manera articulada con todas las empresas y entidades de salud de la ciudad y controlan hasta el servicio de ambulancias.

Resultados a la vista

Cartagena fue de las primeras ciudades del país en confirmar casos de coronavirus e incluso el primer fallecimiento en Colombia tuvo lugar allí el 16 de marzo, y a la fecha tiene 11.193 contagios y 390 muertos.

Esa situación hizo temer por un colapso de los servicios de salud y funerarios, pero la intervención oportuna ha apartado de momento ese riesgo.

En mayo pasado, la tasa de reproducción del virus en la ciudad se situaba en 2,7, es decir que una persona enferma tenía la capacidad de contagiar a casi tres, y ahora, después de casi dos meses de trabajo, la tasa se encuentra en 1,14.

También bajó la mortalidad de pacientes que ingresan a las UCI, ya que en abril y mayo entre el 60 % y el 70 % de las personas que entraban fallecían y hoy esa proporción es del 30 %.

No es tiempo de bajar la guardia

Pese a que las cifras del virus en Colombia, con 159.898 contagiados y 5.625 fallecidos, están levemente por debajo de los modelos de proyección mundiales, el epidemiólogo Diego Roselli, profesor de la Universidad Javeriana de Bogotá, explica a Efe que es vital 'hacer una intervención más importante en la detección temprana de los casos y en el aislamiento de los casos y los contactos de los positivos'.

Rosselli destaca que Colombia haya adoptado desde el principio las pruebas PCR (Reacción en Cadena de Polimerasa), pero advierte que 'se necesita que las pruebas se hagan rápido y que los resultados se entreguen mucho más rápido porque ese es el secreto de los países que han logrado controlar la epidemia, como los asiáticos'.

En este sentido, la directora del laboratorio de la Universidad de Cartagena, Doris Gómez, cree que 'ya es hora de trabajar con pruebas rápidas combinadas con las PCR, porque si miramos que el virus lo tenemos desde principios de marzo y de acuerdo con el nivel de contagio, diría que todos hemos estado expuestos'.

Gómez asegura que con la realización de pruebas rápidas de buena calidad se pueden ir 'cerrando ventanas' y al saber que determinada población tiene anticuerpos, 'ir cambiando estrategias'.

Tormenta que no amaina

El gerente nacional de salud de la empresa Coomeva EPS, Jorge Iván Domínguez, asegura a Efe que, según las proyecciones del Instituto Nacional de Salud (INS), entre mediados de julio y de agosto 'tendremos la parte más grave de la pandemia' y pronostica que 'a medida que se abre la economía' se comenzará a exponer más gente.

Domínguez destaca el trabajo que hacen los agentes educativos en Cartagena; son alrededor de 160 personas que visitan a diario los barrios donde se ha detectado mayor presencia o sospecha de COVID-19.

'Cuando se detecta un caso se establece un cerco epidemiológico de cinco cuadras alrededor del mismo y casa por casa se visita y se encuesta a las personas y de ahí se determinan los otros sospechosos y se les hace la prueba', dice.

Los agentes educativos además hacen pedagogía con la comunidad que busca que los contagiados asintomáticos o leves no salgan de casa para que 'guarden cuarentena con el fin de que el brote no se crezca'.

El experto confía en que se logre 'tener la oferta suficiente de servicios para estar haciéndole cerco a los casos positivos y que éstos no produzcan muchos más', con una mayor responsabilidad de todo el mundo al salir a la calle y que se aumente 'la capacidad hospitalaria no solo en equipamiento sino en personal profesional'.