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Miles de personas hacen una interminable fila a varios kilómetros de la entrada de Contecar.

Las autoridades regulan el ingreso a la zona franca de Cartagena, en la que estará el sumo pontífice a las 4:30 de la tarde para oficiar la misa campal ante 270.000 personas.

Niños, jóvenes y adultos aguardan pacientes a que abran las puertas a las 9:00 a.m., y en la espera aprovechan para comer, dormir y hasta hacer cánticos alusivos a Jorge Mario Bergoglio.

Una vez el muelle cumpla su aforo las autoridades cerrarán las puertas.

Congregaciones de todos los rincones de la Región Caribe hacen presencia en el lugar con la esperanza de encontrar un buen sitio que les permita ver de cerca al sumo Pontífice.

Hasta el momento las autoridades reportan normalidad en las distintas entradas a la ciudad.

Los voluntarios

Gabriela Fuentes y Kike Martínez son unos esposos hondureños que vinieron desde Bogotá siguiendo el recorrido del sumo pontífice. 'Esta es una bendición muy grande y estamos agradecidos de poder vivir esta experiencia en este país'.

El primer trabajo de los voluntarios que ingresaron a lugar fue secar las sillas plásticas que amanecieron mojadas por la llovizna de este sábado.

Iván Álvarez, de 22 años, hace parte de los Caballeros de la Virgen de la Iglesia Espíritu Santo, junto a 12 personas salió en una peregrinación desde las 3 de la madrugada para llegar a Contecar.

'Esta es una experiencia que todo católico debería vivir y estoy muy agradecido de estar acá. Creo que pasaran muchos años para que un sucesor de Pedro y qué bueno poder vivirlo', precisó.

Un río de personas ya entra a Contecar. Paraguas de distintos colores y gorras se asoman entre la multitud como el asomo de sombra, bajo el inclemente sol que ilumina a esta hora Cartagena.

Una larga espera

'Quiero que el papa me dé su bendición', fueron las palabras de Ofelia Rovira, una valduparense de 80 años que aguardaba pacientemente por el ingreso al muelle de Contecar.

Con la ilusión de un niño y la sabiduría de sus ocho décadas a cuesta, doña Ofelia contó que pasó la noche en vela por la emoción que le producía el encuentro con el sumo Pontífice.

El extenso viaje desde Valledupar y los 34° de temperatura que se sentía en el ambiente no fueron impedimento para que esta octogenaria cumpliera uno de su sueño: presenciar una misa de Francisco.

'Mis energías están intactas, vengo con la ilusión de escuchar el mensaje de paz del Santo padre', contó a media voz mientras la fila avanzaba lentamente.