Entre todas estas estrategias y alianzas que buscan contrarrestar a Trump, Israel o Rusia, según el contexto regional, queda la incógnita de si, en algún momento, los países sudamericanos desarrollarán una visión conjunta en materia comercial y política frente a las medidas del nuevo presidente de Estados Unidos.
Todo apunta a un gobierno contrario a la educación, con la posibilidad de un cierre del Departamento de Educación a nivel federal y recortes presupuestarios a las universidades, lo que sin duda afectará no solo el acceso de nuevos estudiantes, sino también la investigación en el país.
Su presencia en Catar será crucial para fortalecer los lazos de Colombia con otros países de la región. No solo se trata de desarrollar una visión diplomática coherente con los principios del derecho internacional, sino también de reconocer la importancia de los vínculos históricos y culturales que unen a Colombia con la comunidad árabe.
Pero Shakira, para mí, era más que su música: representaba un modelo de mujer valiente, que nunca tuvo miedo de soñar, de vivir el amor con intensidad, de honrar sus raíces árabes, de rendir tributo a su ciudad y a su país, y de abrirse camino en una industria que no estaba hecha a su medida. Crecí viendo en ella un símbolo de independencia, coraje, cultura, crítica social y fidelidad a sus principios.
Tal vez esto se deba a que quienes lideran las naciones están muy lejos de la experiencia vivida por Roosevelt y Churchill, o porque, aun conociendo el nivel de devastación humana que estos hechos pueden provocar —y que ya están provocando—, prefieren un pragmatismo basado en el uso de la fuerza y el poder en lugar de la justicia y la paz.
Colombia nunca había vivido en medio de tanta incertidumbre generada por el mismo gobierno, tal nivel de descoordinación y de burla. Finalmente, lo que se ha perdido, además del terreno que se había abonado para la paz, la seguridad y el desarrollo económico, es la seriedad –al menos al nivel del gobierno nacional– con la que se abordan los problemas graves del país, que son muchos.
Frente a esta crisis, Petro es responsable porque debía haber manejado la situación por los canales diplomáticos, como lo hizo Brasil, para exigir el respeto y la garantía de los derechos humanos de los colombianos deportados.
Colombia enfrenta ahora el reto de recuperar el control sobre su frontera, fortalecer una política de seguridad debilitada por la pérdida de capacidad de las Fuerzas Armadas, proteger a los miles de víctimas que está dejando esta crisis y, finalmente, definir cuál será la relación futura con la dictadura vecina. Superar esta situación será un desafío mayúsculo, y esta crisis marcará tanto los resultados electorales de 2026 como el futuro político del país.
Esta realidad, que se muestra ampliamente en el álbum de Bad Bunny –uno de los más escuchados en este momento alrededor del mundo–, también la están enfrentando ciudades que resultan atractivas para personas que tienen ingresos en moneda extranjera, que pueden trabajar desde cualquier parte del mundo.
Tanto los venezolanos como los colombianos que habitan estas regiones fronterizas están a merced de las decisiones arbitrarias del régimen de Maduro, lo que constituye otra razón de peso para respaldar la transición hacia la democracia. Solo así será posible construir un Estado donde las relaciones fronterizas se basen en una cooperación verdadera y abierta.