La reforma propuesta por el gobierno pretendía reemplazar el modelo de aseguramiento con un sistema estatal centralizado. Sin embargo, fue archivada por el Congreso en 2024, tras recibir fuertes críticas por su falta de claridad técnica, inviabilidad financiera, y riesgos de politización.
Necesitamos desarrollar una red robusta de centros de datos locales, distribuidos estratégicamente por regiones, con estándares internacionales de seguridad, sostenibilidad y conectividad. Esto no es un lujo, es un requisito de competitividad.
Es necesario crear un estatuto laboral para el contratista estatal, con garantías mínimas y protección social. Y, sobre todo, ha llegado el momento de que el Estado colombiano abandone el doble discurso: no se puede hablar de justicia social mientras se reproduce la precariedad desde el poder. Si el trabajo es la base del contrato social, el Estado debe ser su primer garante, no su primer infractor.
Trump ha manifestado su intención de presionar a la Reserva Federal para mantener tasas de interés bajas, incluso si las condiciones inflacionarias no lo justifican. Esta politización de la política monetaria, recuerda los errores de los años 70, mina la independencia del banco central, pilar fundamental de la credibilidad del dólar.
Internamente, Colombia enfrenta déficits fiscales elevados, deuda pública creciente, un crecimiento económico moderado y desafíos sociales enormes. En este contexto, la LCF es una pieza fundamental de nuestra arquitectura de estabilidad macroeconómica. Por todo esto, preservar la LCF no es una cuestión técnica o burocrática, es un asunto de Estado.
La Iglesia ha sobrevivido imperios, guerras y revoluciones. Su fortaleza no radica en el número de fieles, sino en su capacidad de adaptarse sin perder el alma. Al próximo Papa no solo se le pedirá sabiduría teológica, sino también valentía reformista.
Colombia podría capitalizar esta oportunidad si ajusta sus políticas de competitividad. Un primer paso sería nombrar un Min Comercio. Alguien debería estar mapeando los sectores en los que podríamos utilizar las ventajas arancelarias para exportar a EEUU.
La Cuarta Revolución Industrial no es una tendencia del futuro, es una realidad del presente. Colombia tiene potencial, pero si no tomamos decisiones estratégicas ahora, el mundo seguirá sin nosotros. Puede que no estemos a la vanguardia de la innovación, pero sí debemos ser ágiles en adopción. La tecnología no es un enemigo del empleo ni una amenaza para la economía, sino una oportunidad para transformar el país.
La salida de Diego Guevara del Min hacienda es grave porque implica la negación a la magnitud del problema, la responsabilidad fiscal fue castigada por ser neoliberal. Las fórmulas que suenan atractivas en la izquierda, como renegociar la deuda o pagar por conservación ambiental, no son soluciones reales.
Con el riesgo de sonar idealista, el Estado podría promover la filantropía y el voluntariado, más allá de sus obligaciones con el presupuesto estatal, cada líder podría hacer más visible su trabajo personal.