Petro, en quien late un tiranito, en las últimas semanas ha amenazando al Congreso y a las Cortes, ha confundido al pueblo con el presidente, y ha invitado a la “revolución” que, puesto que él ejerce el gobierno, no puede entenderse sino como un instrumento para aferrarse al mismo.
A pesar de Petro, aún estamos en una democracia, con separación de poderes, y archivar una propuesta gubernamental que no le parece conveniente es parte de los deberes del Congreso que, además, no solo le ha aprobado muchas leyes a Petro, entre otras una nefasta tributaria, el espanto de la “paz total” y la pensional, sino que lo ha protegido inconstitucionalmente congelando sus procesos en la Comisión de Acusaciones.
La izquierda barrió con el liderazgo y la experiencia y sacó a cerca de un centenar de generales. Redujeron el presupuesto de las Fuerzas, desmantelaron la inteligencia y la contrainteligencia, los helicópteros están en tierra, no permitieron operar a las fuerzas especiales. Para rematar, con los ceses del fuego maniataron a militares y policías y los obligaron a replegarse en los cuarteles.
El gabinete es de fariseos. Se llenaron la boca de discursos sobre dignidad y llantos y ahí siguen, atornillados a sus cargos.
Insisto, con tanta información sobre actuaciones delincuenciales, confesada por el mismo círculo petrista, otro presidente se hubiera caído. O lo hubieran obligado renunciar. Aquí, en cambio, sigue tan campante defendiendo a criminales como Araña y debilitando a la Fuerza Pública, sembrando odio y caos, haciendo daño.
No hay duda tampoco de que Pitufo se reunió con Petro en campaña. Petro dice que no fue en España sino en otro momento, por intermedio de Daniel García, hijo de un ex M19, reunión en la que también estaba Xavier Vendrell.
El insufrible espectáculo mostró que el gobierno no tiene norte ni brújula, que improvisa, que nadie se preocupa por pensar los problemas nacionales, por reflexionar estratégicamente, por buscar soluciones, por argumentar con base en hechos, datos, cifras. Es un caos de charlatanes, ignorantes y mediocres, lambones, pusilánimes.
Hay que decirlo con todas las letras: con Petro la mitad de los colombianos quisiera vivir en otro país y la migración ilegal se triplicó. La gente se quiere ir por él y por su gobierno, porque encuentra que con la izquierda no hay futuro.
El Catatumbo demuestra que en cualquier esfuerzo para poner fin a la violencia pasa por atacar a fondo la coca y la cocaína, por desatar la manos a la Fuerza Pública y mejorar sustantivamente su inteligencia (las advertencia de lo que se venía en el Catatumbo las hizo la Defensoría) y su capacidad operacional, y por ejercer control militar del área y control territorial general por el Estado.
El Consejo de Seguridad ha entendido en algunas ocasiones que esas graves y masivas violaciones a los derechos humanos pueden constituir amenazas o quebrantamientos a la paz y la seguridad internacionales y ha aprobado intervenciones humanitarias (Somalia, antigua Yugoeslavia, Ruanda, norte de Irak y Etiopía y Eritrea).