Un gran acuerdo por la unión de la Nación además de ser necesario se constituye en la única vía válida para sacarnos del atraso en que nos encontramos como consecuencia de este gobierno y de la profunda brecha social producida por los gobiernos antecesores.
La culpa de la debacle en que vivimos no es de Petro exclusivamente, es atribuible a una clase política que le da la espalada a los más caros intereses de la Nación; a la falta de cultura política del ciudadano elector; a la desigualdad social extrema; al narcotráfico; al saqueo público y cultura del dinero fácil, perenne en la sociedad colombiana.
Los Estados partes se comprometen a adoptar las medidas que garanticen plena efectividad al derecho al trabajo, en especial las referidas al logro del pleno empleo, a la orientación vocacional y al desarrollo de proyectos de capacitación técnico-profesional, particularmente aquellos destinados a los minusválidos.
La invitación es a elevar nuestra cultura política, a no dejarnos mover por campañas basadas en el odio y miedo. En ultimas a educarnos políticamente.
Con la esperanza puesta en futuras generaciones y el optimismo de renacer hacia una nueva cultura dónde la memoria común sea un arma letal contra la subversión de los valores, con hombres capaces y probos, de conducta moral y ética irreprochables, quizá entonces valga la pena comprometernos en seleccionar a nuestros representantes sin fallar en el intento.
La culpa no es de Petro es suya y mía, al final de todos, por la carencia nacional del colombiano de tener cultura política que nos impide votar consientes, libres e informados, depositado el voto solo por los mejores candidatos presidenciales.
Pésimo ejercicio de la oposición política. La oposición no ha sido efectiva, técnica y justa. Tal postura pudiera catapultar a Petro y al progresismo a ser reelegidos en 2026.
Que las elecciones presidenciales sean consideradas una estafa se justifica desde la falta de cultura política y democrática, explicación ampliamente teorizada por estudios reconocidos por su rigor a nivel científico mundial.
Elegir bien un estadista y no fallar en el intento es imperativo para los colombianos en 2026. Aunque no se avizora un estadista en la palestra actual, no debemos volver a elegir el menos malo, como tampoco movidos por el miedo y las pasiones.
Se trata de un presidente que se creía grande, pero resultó tan pequeño porque no fue capaz de interpretar el momento político histórico que lo catapultó al poder y no supo superar gobernar como era obvio de esperarse con una clase política tradicional en contra.